SE acerca el momento y, cuando el próximo Envío de los lunes haya llegado a sus manos, amable lector, muy probablemente usted habrá cumplido con la obligación democrática de acudir a las urnas. Vote lo que vote, habrá realizado una buena acción, sobre todo si ese voto, por encima de cualesquiera otras consideraciones, es movido por la conciencia y el patriotismo, valores empujados a la baja hoy en España pero a los que debemos aferrarnos más que nunca. Además de buena, su acción puede resultar incluso benéfica si su voto, sumado a otros muchos, alcanza la fuerza suficiente para cambiar las cosas tanto en Andalucía como en el conjunto de España, quebrando el régimen a lo mexicano en que nuestra tierra se ha sumido y convirtiendo en mero paréntesis olvidable la experiencia caótica y liberticida ensayada por ZP. Y es que, en efecto, el hecho de votar puede tener su grandeza y su trascendencia histórica, quizá la única que nos está reservada a los que no hemos sido llamados por el destino a descubrir América, defender Constantinopla o debatir la Pepa.

Pero además, en estos días aún podría usted realizar otro importante bien si decidiera adherirse a una iniciativa nacida en Italia y prontamente extendida por toda Europa, que hoy mismo se presenta en Madrid. Se trata de una Carta-Manifiesto dirigida al Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, en la que relevantes personalidades solicitan que la moratoria sobre aplicación de la pena de muerte, aprobada el 18 de diciembre por la Asamblea General, extienda su vigencia al aborto. Los firmantes, a los que cualquiera puede añadirse a través de la alerta existente en la página de HazteOir.org, denuncian el hecho pavoroso de que en los últimos treinta años, según cifras oficiales, se hayan practicado más de mil millones de abortos en todo el mundo, de manera que su práctica habitual es hoy la forma más radical de discriminación por razones eugenésicas, socioeconómicas, raciales o sexuales que existe. La idea consiste en que la ONU, que se ha pronunciado contra la pena de muerte por sobrada mayoría, amplíe a los no nacidos la protección que la Declaración Universal de los Derechos Humanos otorga a todos los hombres en relación con su vida, libertad y seguridad.

Debe consignarse que, sintomáticamente, el promotor de esta Carta-Manifiesto, Giuliano Ferrara, director del diario Il Foglio, no es un hombre de derechas, sino un ex comunista que, caso muy común en Italia, se declara no creyente pero participa de los ideales cristianos en torno a la vida y la familia. Su iniciativa posee también este carácter transversal, capaz de atraer a personas de distintas posiciones que no conciben que, a principios del siglo XXI, el terrible trauma e injusticia del aborto pueda ser la solución que necesitan las mujeres angustiadas por un embarazo no deseado.

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