El mejor país del mundo

Hay intereses políticos, mediáticos y empresariales que buscan crispar y dibujar una España apocalíptica

Mi amiga Marta me dice que sonría, puesto que quizás mañana se nos caigan los dientes. Mi amigo Lucas, un ferviente consumidor de melancolía a granel, mantiene que hay mucha más elegancia y justificación en la tristeza, que en el bullicio y la irresponsabilidad de quienes son felices en un mundo que asiste impertérrito a el genocidio de Ucrania, mientras celebra la fiesta colectiva que es un Mundial de fútbol en un país en el que la libertad de las mujeres y homosexuales está tan prohibida como tomarse una cerveza bien fría. Sin embargo, pese a sus diferentes actitudes ante la vida, Marta y Lucas coinciden en creer que España es el mejor país del mundo para vivir. Por sus gentes, sencillas, nobles y dispuestas a ayudar en general. Por su clima, su cultura tan diversa como sus montes y playas, pero siempre plenas de atractivos; y por su democracia, pese a ser ésta mejorable.

Quizás por ello, no entienden a quienes proclaman que vivimos en un estado comunista y en el que la libertad e integridad territorial están gravemente amenazados por un gobierno controlado por filo terroristas y separatistas. Marta y Lucas salen todos los días de casa y caminan por las calles al encuentro de compañeros de trabajo, amigos y familiares. Todos tienen preocupaciones y problemas que resolver, pero los miles de terrazas al sol en diciembre; los aeropuertos, trenes y autopistas a pleno rendimiento; la menor inflación de Europa; con el empleo creciendo y las ciudades iluminadas; rechazan con hechos el desastre bíblico con el que algunos pretenden asustarnos. Por suerte España está muy por encima de los insultos hacia Irene Montero y también de los vertidos por ella misma contra quienes no comparten sus ideas. Navarra, Euskadi y Cataluña siguen donde estaban en el mismo lugar y estado que la Constitución les otorga. Los que antes jaleaban asesinatos y secuestros, ahora hacen política y aunque les aborrezcamos ¿acaso no era eso lo que queríamos? Hay intereses políticos, mediáticos y empresariales, que buscan crispar y dibujar una España apocalíptica. Ocurre que hay quienes consideran que las cosas solo van bien si son ellos los que gobiernan. Sin negar los errores cometidos tanto por los gobiernos del PP, como por los del PSOE, la realidad es que entre todos se ha hecho de España un país amante de las polémicas, pero en el que se vive mejor que en cualquier otro. No crean a quienes digan lo contrario. No les gusta España, porque sólo se quieren a sí mismos.

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