El PSOE ya sabe que Susana Díaz dará guerra por más voces que apelen a su generosidad. Así de claro se lo trasladó a José, como llaman los socialistas a su secretario de Organización y ministro de Transporte, cuando la visitó en Sevilla, este viernes, después de que el partido acordara el aplazamiento a octubre del comité federal, para mayor gloria del sanchismo. Ábalos ya sabía que no se rendiría, porque así se lo trasladó ella, antes, a los líderes provinciales, pero tenía que hacer su trabajo. Pese a tener toda la presión en contra y a pesar, también, de que las ratas abandonen el barco sin pestañear, Díaz no piensa abandonar. Y aunque intuye que en unas primarias tendría muy difícil la victoria, nunca se sabe. Al fin y al cabo dicen que las carga el diablo, como ella misma pudo comprobar.

Con todo, la posibilidad a la que se agarra Susana con más fuerza para seguir liderando a los socialistas andaluces es al posible adelanto electoral a principios del año que viene, una acción que impediría, nada más salir de su congreso, maniobrar a Pedro Sánchez y a sus críticos por falta de tiempo. Puede parecer una cuestión menor, pero ni Juanma Moreno ni sus colaboradores han disimulado que les encanta la idea de que Díaz repita de candidata para garantizarse cuatro años más en el poder. Y el adelanto no sólo vendría justificado porque entienden, como muchos socialistas, que Susana tiene dibujada la derrota en su frente, también respondería a que, para agotar la legislatura, Juanma Moreno ha de pasar de nuevo por el aro de Vox a fin de aprobar los presupuestos de nuevo, algo que no le agradaría, y menos justo antes de las próximas elecciones. De esta suerte, el mejor aliado de Díaz no es ni Jiménez Barrios ni Juan Cornejo, es Juanma Moreno.

Muy consciente de su caída en picado en las encuestas, la dirección nacional no oculta su preocupación. Susana ha perdido brillo y el electorado nunca ha estado tan alejado del PSOE andaluz. En cambio, la marca nacional se muestra más fuerte en Andalucía, como se vio en las últimas generales. Los pedristas ya sólo piensan en un tiempo nuevo y en un candidato rupturista. El primero en saltar al ruedo ha sido el jiennense Felipe Sicilia, que lleva meses reconociendo el terreno para calentar el ambiente. El portavoz adjunto del Grupo Socialista en el Congreso es el ojito derecho de Adriana Lastra, pero los veteranos lo ven aún verde y aseguran que apostar por él -siempre que ganara su duelo con Susana- sería como dar por perdidas las elecciones. También figura en las quinielas Juan Espadas. Pero su candidatura sólo serviría para poner orden en el PSOE de Sevilla, según las malas lenguas. Quien no admite discusión, por su carisma y por tener Andalucía en la cabeza, es la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. El movimiento del ministro Illa ha puesto los focos sobre ella. Y aunque la portavoz del Gobierno también podría fracasar en su primer intento, sería la rival más temible, a la espera de revancha a medio plazo. ¿Pero prescindirá el Gobierno de quien mejor domina a la fiera más salvaje de Pablo Iglesias -llamándolo cabezón o lo que haga falta- y de quien ha negociado sin graves contratiempos los Presupuestos Generales del Estado? Eso sólo lo sabe Sánchez. Pero dependerá de si Juanma agota el mandato o precipita la convocatoria para salvar a Susana de un duelo fratricida, a fin de cumplir el deseo de los populares: competir con quien creen que es imposible perder.

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