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La maldición del gargajillo

Todos los proyectos que se han planteado para el barrio de La Viña han fracasado por las razones más variopintas

La Viña tiene una maldición. No se sabe si llegó escondida en una medusa o con el viento de Levante pero parece que ningún proyecto que se realiza para intentar mejorar el barrio sale bien. Ya el colmo es que se ha perdido también la bandera azul de las playas limpias. Ya lo único que nos queda es que se descubra que la piedra cuadrá en verdad es redonda.

Todos los proyectos de cierto calado que se han planteado para el barrio en las últimas décadas han fracasado por las razones más variopintas. Todo comenzó con aquel embarcadero que se pretendió construir para la escuela de Naútica, con los proyectos que se barajaron para el antiguo balneario o para los faraónicos dibujitos en torno al castillo de San Sebastián, que ahí sigue como si fuera un barca más de La Caleta.

Pero quizás el proyecto más desgraciaíto haya sido el del antiguo colegio Valcárcel. Ahí es donde la maldición del gargajillo se ha visto más patente. Ahora vuelve a frustrarse de nuevo el proyecto de construcción de un edificio universitario en el antiguo colegio y me temo que lo del hotel que se iba a construir al lado, dadas las últimas noticias sobre el Hotel Playa, lleva el mismo cariz.

El tema es especialmente doloroso porque da la impresión de que en todo este proceso los intereses de los partidos, las estrategias por perjudicar al contrario, han tenido más peso que los beneficios de un proyecto para la ciudad, lo que es una vergüenza.

El primer proyecto que se barajó, capitaneado por el entonces presidente de la Diputación y que iba a ser candidato a la Alcaldía de Cádiz, se frustró. Era un acuerdo con Zaragoza Urbana, los del hotel Playa Victoria, para convertir aquel edificio en un hotel de lujo, algo que al barrio y a la ciudad le hubiera venido de maravilla. Sin embargo, al proyecto se le fueron poniendo trabas desde del Ayuntamiento, entonces gobernado por el PP, hasta que todo se fue al mismísimo gargajillo. Se han barajado luego nuevos proyectos, ha habido movimientos ciudadanos, pero el nuevo proyecto de construir ahí la Facultad de Ciencias de la Educación parece que también se marchita, y de nuevo el mismo escenario: La Junta, gobernada por el PP, parece que vuelve a dinamitar un proyecto auspiciado por otras fuerzas políticas o instituciones no afines.

Estas circunstancias producen en la población una gran sensación de impotencia. Nos da la impresión, y esperemos que nos hagan ver lo contrario, que los intereses de partido importan más que los intereses de ciudad. La maldición del gargajillo.

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