La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La mala política sale gratis

Pagamos en vidas, crisis social y ruina económica nuestro ciego voto partidista que no penaliza el fracaso político

Escribía aquí el pasado día 26 sobre el abismo que media entre las manos que se tendieron en la transición Suárez, Fraga, Carrillo y González por el bien de España y los españoles y la miseria política, moral e intelectual de los políticos actuales, tan incapaces de gestionar la tragedia de la pandemia como capaces de empeorarla. Tomaba la imagen de la mano tendida del manifiesto comunista de 1956: "El PCE se dirige a todas las fuerzas políticas llamándolas a deponer los odios y el espíritu de venganza y a tenderse la mano para emprender la tarea de sacar a España de la difícil situación en que se halla" (si se quiere tener otro metro para medir la distancia entre altura y miseria política, compárese con el tuit de Alberto Garzón).

Ayer escribía Antonio Muñoz Molina en El País: "La política española es tan destructiva como el virus. Contra éste llegará una vacuna, pero contra el veneno español no parece que haya remedio. Si no hacemos algo, esta gente va a hundirnos a todos". Y el pasado día 24 escribía David Jiménez en The New York Times: "Los ciudadanos hicieron su trabajo, aceptaron los confinamientos y siguieron normas como el uso de mascarillas. Los políticos se pelearon entre ellos, incumplieron las promesas y repitieron los errores de la primera ola del virus… Los políticos españoles consideran un gran misterio por qué volvemos a ser el país europeo más castigado por la pandemia. Han culpado a la imprudencia de los jóvenes, a nuestra latina incapacidad para mantener el distanciamiento e incluso a la inmigración. Y, sin embargo, todo este tiempo tenían la respuesta mucho más cerca: nada ha facilitado la propagación del virus tanto como su propia incompetencia".

Deberían pagarlo en votos y, en mi opinión, también ante los tribunales. Pero no lo harán. Una parte decisiva del electorado parece víctima de un ciego fanatismo partidista a la vez que de una bovina pasividad estabulada que le impide dejar de votar lo que vota pese a lo que hagan los líderes y sus partidos. Según David Jiménez, "nuestros políticos tienen escasos incentivos en buscar la excelencia porque saben que los españoles votan a sus partidos con una lealtad solo equiparable a la que sienten por su equipo de fútbol", por lo que "su futuro no depende de su gestión o los resultados que obtienen". Estamos pagando muy caro, en vidas, crisis social y ruina económica, esta ceguera partidista.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios