ALGUNAS veces hablo de mi madre. En verdad, casi siempre. Era como una iglesia -madre y maestra-, un templo de amor y sacrificio, y un libro abierto. Fuera de la coquetería de engañar, o intentarlo, sobre la edad de su nacimiento, contestaba a las preguntas con las respuestas en las que creía de verdad. Y no se cansaba de alguien tan preguntón como yo, siempre curioso de todo. Creo que he contado en estas páginas (me temo que en estas páginas he contado ya mi vida, tras más de 20 años escribiendo ininterrumpidamente) lo que me dijo acerca de su monarquismo: "Soy monárquica porque he nacido con el Rey". Mi padre, azotado por la Historia de España, que le pasó la guerra civil por encima y lo tuvo en el servicio militar obligatorio cuatro años y medio, o sea, lo devolvió a la vida civil siete años y medio después de aquello, pues como que no era de nadie, o sea, ni monárquico ni franquista, era de los que te decía esos consejos de letreros de bares ("Beber que te tenéis bueno vino, de política ni hablar y antes de salir pagar") y montaba en cólera si le decías que si te podías "apuntar" en la OJE, que ibas de excursión al campo y te daban unos zapatos cojonudos. "De política, nada", solía repetir y repetir. Quizá por eso ninguno de sus hijos hemos militado en partido político alguno, nos hemos limitado a votar a quien nos ha parecido mejor y hemos seguido los vicisitudes de la historia española desde la Transición hasta la Abdicación como meros observadores. Sí, amigo lector, no relea, he dicho "abdicación". Es lo que viene ahora, que si no eres partidario de que don Juan Carlos I abdique formas parte de un núcleo infecto de "cortesanos" y si eres partidario formas partes de un otro núcleo infecto de "cortesanos". Pues no soy partidario de que abdique, para nada. Yo quiero que muera Rey y se grite el grito de rigor: ¡el Rey ha muerto, viva el Rey! Sé que hay quienes quieren una abdicación seguida de un referéndum sobre si monarquía o república, con otra pregunta sobre la ruptura de España en veinte pedazos, es nuestra condición, de vez en cuando matarnos, rompernos, hundirnos en el cieno más hediondo de la condición mortal. Mientras nuestros tradicionales enemigos nos miran complacidos. Hay encuestas recientes que dicen que la fragmentación del voto aumenta y también aumenta el número de los partidarios de la abdicación de don Juan Carlos. Pero no me creo nada. No porque naciera con el Rey, como mi madre, no, porque nací a la democracia con el Rey. Y eso no puede olvidarse, no debe olvidarse jamás.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios