Sostengo que cuando quiera que se termine esta epidemia vendrán años muy buenos. Quizá también alocados. Mucha gente se tirará a la calle para recuperar compulsivamente el contacto con familiares y amigos, lugares favoritos, sus cervezas, vinos y tapas, sus paseos, sus compras o viajes y todos los desahogos sentimentales que este virus y el confinamiento nos han quitado de cuajo. Hoy que se decreta un nuevo estado de alarma es un buen día para explicar una teoría sin ninguna base científica que ya ha sido aludida en estas páginas como una idea optimista. Aunque le falta el elemento fundamental: no sabemos ni cuándo ni cómo se va a producir el final de la crisis sanitaria.

La llamada gripe española, que causó 40 millones de muertos apareció en la primavera de 1918 y desapareció tal y como había llegado en el verano de 1920, sin que mediaran los avances científicos de hoy día. Pero los expertos consideran que la Covid no se irá sola; tendrá que vencerla la medicina. Quizá no estarán las vacunas para diciembre como prometen con la boca pequeña los políticos, pero parece razonable que estén a primeros de 2021 y que en verano se contenga la enfermedad.

Pero el asunto es qué pasará después. Cuánto tardará la recuperación y cómo será, sobre todo para quienes se han arruinado en esta crisis. Es previsible que el turismo viva una edad de oro, por todos los viajes retrasados que se han acumulado. Y se realizarán las muchas compras aplazadas en este tiempo, en el que aumentó el ahorro de las familias. Todo ese flujo comercial contenido está generando una cola virtual, como si los clientes estuviesen a las puertas de El Corte Inglés en el minuto cero del primer día de rebajas. También se dispararán las citas con amigos que hemos echado de menos, aunque antes no los viéramos con frecuencia. La recuperación de parques, bares, restaurantes, chiringuitos, locales de música, teatros, auditorios, campos de fútbol… Todo eso será bueno para el espíritu y moverá la economía.

Ya pasó en el período de entre guerras, los llamados locos años 20 del siglo pasado. Aunque hubo de todo, sobre todo al principio de la década. Auge de los nacionalismos en Europa, disputas territoriales, Alemania insatisfecha con sus fronteras orientales, y dictaduras que surgían como hongos: Horthy en Hungría, Musolini en Italia, Primo de Rivera en España... Pero a partir de los acuerdos de 1924 para rebajar la deuda de guerra alemana e invertir en el país germano para que pudiese pagar, se estabilizó el sistema financiero y se disparó la euforia económica y política. Cambiaron de manera radical la moda, la música, el cine, la arquitectura. Pero se produjo una prosperidad económica en Estados Unidos tan rápida, que generó una burbuja y causó el crac del 29. Después de tantas penalidades, ahora tenemos que desearnos la parte buena de aquellos locos años 20 del siglo pasado, y esperar que tengan un final más feliz.

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