Aquí no ha llegado ni el AVE, ¿va a llegar el coronavirus? A Cádiz, digo. Permítanme esta licencia inicial, aunque la cosa es verdad que no está para bromas. Seguimos en el sur mirando el problema desde la distancia -Madrid está muy lejos, e Italia no digamos- y preocupándonos solo de los daños, si pueden llamarse así, colaterales. Alarmados por cómo puede influir esta crisis en nuestras vidas, en lo personal. Más o menos un "cada loco con su tema" que hace que los cofrades (y los hosteleros y hoteleros, claro) estén preocupados por una posible suspensión de la Semana Santa, los futboleros por no poder animar a su equipo en el estadio y las madres y los padres por no saber qué hacer con sus hijos en el caso de que cerrasen los colegios. El ser humano actúa así, mirando lo suyo. Es lícito, claro está. Pero que todo esto no nos ciegue. La salud es lo que verdaderamente está en juego, no la liga de fútbol.

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