Las dos orillas

José Joaquín León

La llave de Cataluña

 APENAS han pasado nueve días desde las elecciones en Cataluña, aún no se sabe si habrá un pacto entre CiU y ERC y, sin embargo, parece que han quedado en un segundo plano. ¿Por qué? Porque en Madrid y en Barcelona han dado la orden de enfriar. Tras las amenazas de ruptura de Mas, ya sólo queda un matrimonio de conveniencia. Ambas partes se necesitan. Cataluña depende del Gobierno español para la financiación de su ruina. Y España depende de la Generalitat catalana, porque si incumplen las previsiones del déficit público, eso hundirá las cuentas del Estado. En Bruselas, que es donde mandan, han dado la orden a Rajoy y Mas de que tengan cuidado.

Por eso, ahora se negocia casi en secreto. Es la hora de los fontaneros y de los oportunistas, por ejemplo de Duran Lleida. Ya nadie se acuerda de los tiempos no tan lejanos, cuando aún gobernaba Zapatero (toquemos madera), y el señor Duran aparecía en las encuestas del CIS como el político mejor valorado de España. Sí, de España, no de Cataluña. En Madrid, Duran mantenía excelentes relaciones con el PP, con el PSOE y con el Rey. Se le tenía por una persona seria y consecuente, un político centrado, nacionalista moderado mas no independentista, un perfecto representante del seny de la burguesía catalana, un cruce casi idílico de Cambó con Tarradellas. O un heredero del Jordi Pujol de la noche del 23-F, al que tranquilizó don Juan Carlos por teléfono. Eran tiempos anteriores a los de ese Jordi Pujol que se echó al monte, que cambió el seny por la senilidad, para empujar a Mas hacia el fracaso. Ese Duran, al que me refería, que ha llegado a presidente de la Comisión de Exteriores de España en el Congreso de los Diputados con el apoyo del PP. Ese Duran que después juega a caganer del pesebre, cuando dice lo de las cloacas del Estado.

 

Pues aunque Duran se tiró al vacío, con Mas, ahora está dispuesto a sobrevivir. Ya va diciendo que Cataluña no se puede partir en dos mitades, que se equivocaron con la manifestación de los independentistas, que también pueden pactar con el PSC, no sólo con ERC, y sugerencias así. Además de recordar que entre los 50 parlamentarios catalanes de CiU, hay 13 que pertenecen a Unió, el partido que preside él mismo, y que sin esos 13 la suma de CiU y ERC no pasa de 58; o sea, que no hay mayoría absoluta para una consulta independentista. El alcalde de Vic, Vila de Abadal, que es independentista, ya dijo ayer que se irá de Unió. Duran tiene la llave de esa consulta y parece que se la va a guardar. 

 

Eso no lo hará Duran gratis, ni por amor al arte. Estamos como al principio. La solución pasa porque el Estado tenga gestos en la cafetería del café para todos, previo pago de su importe.

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