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La tribuna

lourdes Alcañiz

La legalización de los inmigrantes

UNO de los grandes debates pendientes de la Administración Obama, y de unas cuantas administraciones anteriores, ha quedado oficialmente abierto en Estados Unidos: la reforma de la Ley de Inmigración para ver qué hacer con los 11 millones de inmigrantes ilegales que residen y trabajan en el país. La primera propuesta ya está en la mesa y ha sido generada por un grupo de senadores demócratas y republicanos que, en asombrosa armonía, han diseñado una estructura en la que todo está incluido.

La actitud de armoniosa colaboración republicana se entiende con claridad a la luz de los desastrosos resultados electorales obtenidos entre el voto hispano, voto que fue crucial para el presidente Obama y que supo ganarse con amplitud. Parece que los republicanos han empezado a comprender por fin que no pueden usar a los hispanos como cabeza de turco recurrente para ganarse los votos de la derecha rural, evangélica, pro armas y xenófoba. Cuando los hispanos no presentaban una masa electoral crítica el "echar a los ilegales que nos quitan trabajo" era un argumento de lo más cómodo. Pero las cifras en las urnas han cambiado radicalmente y con ellas ha nacido un súbito amor republicano por los inmigrantes hispanos ilegales.

A pesar de ello, y para no alienar a sus bases recalcitrantes, la propuesta admitida por los republicanos abre un camino a la legalización y a la posible ciudadanía, siempre y cuando las fronteras se sellen y aquellos que entren con visados temporales salgan tan rápido como entraron. Un 40% de los inmigrantes ilegales lo componen aquellos que cruzaron la frontera con visados temporales de turista o de trabajo, y nunca regresaron a sus países. De acuerdo con la lógica republicana, si esta primera parte del plan no se ejecuta, seguirán entrando millones de inmigrantes ilegales cada año, volviendo a crear la misma situación.

Una parte de esta lógica que queda por analizar es por qué entran cada año millones de inmigrantes al país. Obviamente porque hay trabajo, sea porque nadie quiere esos trabajos o porque los empleadores se arriesgan a contratar mano de obra ilegal y barata, a pesar de las fuertes multas. El plan sólo habla oscuramente de un registro nacional para comprobar la legalidad de los trabajadores contratados. Parecería más efectivo ir directamente a la causa de la entrada de estos millones de personas (que por cierto no tienen acceso a ningún beneficio público), en vez de construir fortalezas fronterizas. Pero éstos son terrenos que no les interesa mucho explorar a los republicanos.

El presidente Obama ha recibido la propuesta gratamente, aunque no le han gustado las condiciones republicanas previas para poder obtener la legalización. Hacer efectivo el control de fronteras llevará un tiempo considerable. Aunque actualmente la vigilancia fronteriza se ha incrementado gracias a las nuevas tecnologías (drones con cámaras), hay miles de kilómetros sin vigilar por los que los coyotes o traficantes de ilegales siguen haciendo su agosto. En teoría, una comisión creada por gobernadores de los estados fronterizos sería la que daría el visto bueno a la efectividad del control de fronteras para ir al paso 2: la legalización de inmigrantes. Por ello, el presidente indicó esta semana que en caso de que el debate empiece a prolongarse, y aparezcan las eternas luchas políticas (como pasó con la reforma de sanidad), tiene previsto tomar las riendas y aprobar la propuesta por la vía más corta.

La reforma daría preferencia a aquellos inmigrantes que llevan viviendo en Estados Unidos desde la niñez, pero todavía no han podido obtener un estatus legal. Estos inmigrantes tendrían acceso a la ciudadanía de forma más rápida. Los demás, una vez registrados con el gobierno y pagadas una serie de multas y de impuestos atrasados, obtendrían una situación legal que les permitiría vivir y trabajar legalmente en el país, aunque no podrían ser elegidos para la mayoría de las ayudas sociales públicas.

Otro punto interesante que toca la reforma es el aumento del número de visados de trabajo concedidos a trabajadores altamente especializados, una puerta de entrada para miles de profesionales europeos en paro, por ejemplo.

Se abre así otro gran debate social, similar al de la reforma sanitaria, pero con resultados probablemente muy diferentes, por la cuenta que les trae a los republicanos en las urnas.

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