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LÍNEA DE FONDO

Pedro Ríos / Deportes@diariodecadiz.com

Las lágrimas de Roger Federer

El llanto incontenido del insuperable jugador suizo resume la importancia no sólo de llegar sino de saber estar

HA sido de nuevo una final como aquella que vivimos sobre la hierba de Wimbledon o un poco antes sobre la tierra de Roland Garros. Dos monstruos del tenis, como Roger Federer y Rafa Nadal, sobre la pista, ambiente de lujo en las gradas y todo el universo deportivo siguiendo a través de la pequeña pantalla el espectáculo. Placeres, sin duda, que de vez en cuando te da la vida.

Y ayer, desde bastante temprano, tuvimos de nuevo la oportunidad de ver a los dos tenistas más grandes que hay en la actualidad batirse el cobre sobre la pista central del Open de Australia en Melbourne. Espectáculo por todo lo alto para deleite de los que disfrutamos con el deporte de verdad.

Al final, tras más de cuatro horas de tenis de muchos quilates y más emoción, el tenista suizo tuvo de nuevo que rendirse ante el empuje de esa fuerza de la naturaleza que es Rafa Nadal. Además era la primera vez que el español defendía su número uno del mundo, que ostenta desde agosto del pasado año, ante el ahora número dos. Los papeles cambiados después que el suizo fuera el rey del planeta 237 semanas consecutivas, llegando a la increíble marca de trece Grand Slams en su poder y a tan sólo uno de igualar al mítico Pete Sampras.

Si el espectáculo estuvo en la pista de Melbourne, tampoco faltó éste fuera de ella cuando el suizo tomó la palabra durante la entrega de trofeos. Federer apenas pudo articular palabra, abatido tras no poder igualar la marca de Sampras: "Quizás lo intente otra vez, o quizás no. Esto me está matando... Nadal ha jugado un partido fantástico y lo felicito por ello. Este chaval se lo merece". Y es que el llanto incontenido del insuperable jugador suizo resume la importancia no sólo de llegar si no de saber estar.

Federer, ley de vida, sabe que cada vez se le aleja más la consecución de logros para igualar a otros que, como él, han escrito páginas de oro en la historia del tenis. Ahora es el turno de Rafa Nadal. Ayer, fuera de la pista, también fue el número uno. Sombrerazo para él.

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