Lleva el nombre de juego, pero no lo es. Las casas de apuestas que ahora proliferan, siempre al calor de las competiciones deportivas, se están convirtiendo en un peligro evidente para muchos jóvenes, incluso para menores, que se sienten atraídos por los cantos de sirena de su publicidad, lanzada sin ningún escrúpulo en medio de todos los eventos deportivos -e incluso en programas con los periodistas animando a la apuesta-. Y en esa red están cayendo los jóvenes, tanto en los establecimientos físicos como en las apuestas a través de internet. Hay organizaciones que ya están alertando del problema, de esta nueva ludopatía que hace furor entre quienes tendrían que estar preparando su futuro y, sin embargo, andan buscando unas perras para perderlas con la excusa de las competiciones deportivas. Y con el riesgo de comprometer a sus familias, a veces ajenas al peligro de tener que cubrir su insolvencia.

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