Cuando el concejal de IU, Sebastián Terrada, preguntó por lo de Pérez-Reverte, estaría en su derecho legítimo, yo no digo que no, pero se le vio el plumero entero. El autor de El asedio empezó a sentirse asediado por quienes se preocupan de la parte, en vez de por el arte. Y entendió de lo que iba esta copla: de una historia triste de un Cádiz pobrecito, que no se puede gastar un dineral en pagar a un comisario famoso que organice una exposición para más allá de nuestras fronteras. En fin, una historia triste, que se resume entre hacer una exposición como cualquier otra en el Centro de la Mujer de El Palillero, o una cosa en condiciones que interese más allá de Cortadura. El jamón del bueno o el chopped de un híper que no te da ni bolsas de plástico.

Hay que tener en cuenta los orígenes. En un determinado momento histórico, según recuerda Ramón Solís, experto en el Cádiz de las Cortes, resulta que Cádiz era la cuarta ciudad de España en importancia, tras Madrid, Barcelona y Sevilla. Eso la convierte en una gran ciudad de aquella época, e influye en cuestiones culturales, artísticas, económicas y políticas; influye en la historia de la ciudad, pero también en su pensamiento. Cádiz era una de las grandes ciudades españolas. Después, a diferencia de las tres que la precedían en rango, Cádiz decae mucho a lo largo del siglo XIX y el siglo XX. Esa decadencia es el origen de cierto fatalismo y de cierto derrotismo gaditano, pero no ha empañado la nostalgia por el esplendor perdido.

Traducido a la charcutería significa que cuando has comido jamón del bueno de Jabugo, pues resulta que el chopped del carrito sin bolsas de plástico te sabe a poca cosa. Y que si tienes la oportunidad de un Bicentenario es mejor que la aproveches a lo grande, en vez de conformarte con hacer una panizada a la que hay que ir disfrazadas de piconeras, una exposición que entre dentro del presupuesto de Terrada y dos conferencias interesantísimas a las que van 25 personas en total.

Frente al Cádiz de la mediocridad está el Cádiz de la nostalgia. Dice una famosa canción de Fondo Sur: "En Primera o en Segunda B, aquí siempre yo estaré". Pero no es lo mismo, claro. Pues esa es la cuestión del jamón: en el Bicentenario también se puede estar en Primera o en Segunda B. Y no es lo mismo, que diría Alejandro Sanz.