Un íntimo deseo

Con Fran González pasó como con tantos que ven la política como un sustento vitalicio antes que como un noble arte

Un escalofrío recorrió este martes la espina dorsal del pedrismo gaditano cuando le soplaron que Pedro Sánchez prometió en Huelva echar una mano a Susana Díaz para que vuelva a ser presidenta de la Junta "cuanto antes". Unas horas más tarde, en la Sala Momart, el espacio elegido por el PSOE para celebrar su catarsis por la unidad, no estuvo Sánchez tan categórico, pero le dedicó otro guiño a Díaz con el objetivo de que se hable en adelante más del PSOE y menos de las personas. Y casi lo logró, pero no pudo evitar algunos ataques de ansiedad con sus piropos a Díaz y que muchos advirtieran por lo bajini que tendrá que someterse a las primarias a la fuerza. Ya veremos, se decían. Los partidos son así, el enemigo se encuentra antes en casa que en la de enfrente. Y entre los pedristas están convencidos de que una parte del susanismo no puede despojarse del íntimo deseo de ver a Sánchez estrellarse, aunque hoy remen todos juntos por puro instinto de supervivencia ante los últimos sondeos, que apuntan a un bloqueo tan enquistado, que sólo lo salvaría un insólito pacto con el PP, que lógicamente tendría que sellar varios acuerdos de Estado, más allá de la investidura, aunque parezca ciencia ficción. Todo es posible.

Los socialistas sufrieron otro sobresalto con el nuevo destino de Fran González. Su fichaje estaba cantado, pero la noticia sorprendió a la mayoría en mitad del cortejo entre Sánchez y Díaz. No es casual que el ex portavoz socialista gaditano, una de las voces que más apostó por el líder del PSOE en la capital durante su batalla por el poder contra Díaz, haya sido rescatado en mitad del abismo por el pedrismo, tras su batacazo de las municipales, para ejercer como asistente técnico del Grupo Parlamentario Socialista, en el Congreso. Por si no lo saben, más que un asesor cualquiera, Fran es un auténtico especialista. Y así lo entendió la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra -a la que acompañó como fiel escudero en sus visitas a la capital-, antes de lanzarle el salvavidas. Ahora bien, ya que ha dado el salto, va siendo hora de que le dejan debutar para demostrar lo que vale. Fijo que los congresistas socialistas lo esperan como agua de mayo (mayo al fin y al cabo marcó su destino) para recibir sus consejos.

Con el ex portavoz del PSOE de Cádiz ha ocurrido como con tantos en tantos partidos que aspiran a convertir la política en un sustento vitalicio más que en un noble arte. Es más, lo extraordinario es que lo hubiesen dejado tirado. Ahora es lógico que González, a medio plazo, deje la organización en manos de otro secretario general local. Y lo natural es que dicha persona sea la candidata a las próximas elecciones. No serán unas elecciones más, porque tras anunciar Kichi que no repetirá, las posibilidades aumentan para todos.

Mara Rodríguez, José Pacheco y Victoria Rodríguez son los mejor situados, a priori, para adornar los carteles. Y no ya por su relación con Fran -que en algún caso se ha enfriado bastante- sino por el escaparate que le brindan sus cargos. Pero el PSOE también ha manejado otros nombres, el de gaditanos con mucho prestigio. Y el problema para recuperar el trono perdido es que dicho candidato tendría que tener las espaldas cubiertas para dedicarse a ello de pleno contando con un buen equipo de confianza. Esto pasa por la generosidad y, sin más teatro, por la unidad, un concepto que el PSOE borraron de su ADN hace tanto, que ahora, cuando ven a Pedro Sánchez y a Susana Díaz fundidos en un abrazo fraternal ni ellos se lo creen.

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