De todo lo mucho interesante que contiene el informe de los Servicios Sociales de Cádiz que se ha publicado en las páginas de este periódico, me ha interesado especialmente el autorretrato que se hacen los gaditanos, y que de una vez por todas debería acabar con la complacencia que se refleja en tantas otras ocasiones. Una población que se reconoce pobre y falta de ganas, pero que echa las culpas a los de fuera, dependiente en muy buena parte de ayudas graciosas o de una malentendida solidaridad social de una sola dirección, y que mientras gasta sus energías en un lote de fiestas. Una sociedad que alardea de gaditanismo y sin embargo vive pendiente en buena parte de lo de cada uno, a ser posible de lo que obtiene cada uno de los demás. Es tan negro el retrato que cuesta aceptarlo. Pero si este informe no produjera una reacción de rebeldía acorde con su gravedad, tendríamos que concluir que es certero. Muy certero.

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