El Palillero

José Joaquín / león

La infidelidad

VOY a presentar a dos votantes infieles. José Antonio de las Huertas y Mari Puri del Valle forman una pareja de hecho, desde hace 17 años, pero tienen miedo al compromiso formal. No revelaré sus intimidades, pero en la política se comportan de semejante modo. José Antonio votó en las elecciones de 2000 al PA, en las de 2004 al PSOE de Zapatero, en las de 2008 a UPyD, en 2011 al PP de Rajoy como tantos otros, y en 2015 a Ciudadanos. Mari Puri, que es más rojiza y fue militante de la ORT en su adolescencia, votó en las elecciones de 2000 a IU, en 2004 y en 2008 al PSOE por aquello del voto útil, en 2011 al PP de Rajoy como tantas otras (aunque tapándose la nariz, por lo que el presidente de la mesa electoral le ofreció un pañuelo de papel) y en 2015 a Podemos.

Aunque ustedes no se lo crean, a este señor y a esta señora, hace pocos días, los llamaron por teléfono, para una encuesta. A ambos (cada uno en su momento) les preguntaron por la intención de voto, y respondieron no sabe y no contesta; y también por el recuerdo de voto la última vez, y dijeron que no se acordaban muy bien, aunque han pasado pocos meses, pero que están casi seguros de que votaron a Ciudadanos y a Podemos, respectivamente, pues se consideran personas emergentes, autocríticas y responsables, en líneas generales.

A la hora de cocinar las encuestas, los especialistas más experimentados analizan la fidelidad. Hay algunos y algunas que son muy fieles. Por ejemplo, en el PSOE puede haber personas como Felipe González que lo hayan votado desde 1977 a 2015 (ambos inclusive). En el PP puede haber algunos como José María Aznar, que lo hayan votado desde 1989, que es cuando se presentó refundado, hasta 2015 (ambos inclusive, aunque la última vez no es segura del todo, por tantas pegas que puso). Como ellos hay más, aunque cada vez menos.

Los cocineros de encuestas electorales deben distinguir que todos los votantes infieles no son iguales. Algunos y algunas se cambian de partido, como se cambian de camisa o de pareja. Pero no es lo mismo el votante infiel promiscuo, como José Antonio o Mari Puri, que el votante infiel por despecho, porque se siente traicionado por su partido de toda la vida.

¿Perdonarías una infidelidad programática de tu partido? Quienes así proceden vuelven a casa. Así se recuperan muchos votos útiles, y así creció el bipartidismo monógamo. Pero nadie imaginaba que Pablo, con su seductora coleta, atraería a tantos votantes infieles de la izquierda; mientras Pedro decía que de mayor quería ser presidente, y era el último en enterarse.

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