Notas al margen

David / Fernández

La impotencia

AL PSOE se le hizo de noche durante la crisis y sigue sin verlo claro, huérfano de ideas y liderazgo. Cada alegría acaba en tormento y a diario le cae un aguacero por más que salga el sol. Ninguna estación anuncia la primavera socialista. Al parecer, sus adversarios han minado su cabeza al reiterar que ya ni es socialista, ni es obrero, ni es na. Refundación, claman algunos. Otros tantos suspiran por algo muy parecido en el PP. Pero los socialistas, tan propensos siempre a llamar la atención, eligen para flagelarse el momento en que este país más los necesita. Y no crean que se andan con chiquitas. No les tiembla el pulso al lanzar al vacío a su líder a plena luz del día con un plan sin salida que incluye un espectáculo lamentable, como afirma Patxi López. Los barones del partido, con Susana Díaz al frente, primero advierten a Pedro Sánchez de que ni se le ocurra dejar pasar a Rajoy y mucho menos llegar a un acuerdo con PP y C's. Este portazo a la derecha y a la gran coalición que puede reformar la Constitución aún se podría entender si le ofreciesen alternativas. Pero también le imponen que no caiga en la trampa de Pablo Iglesias firmando un pacto suicida con Podemos por la sencilla razón, dicen en tono firme y solemne, de que se rompería España. Por si todo esto fuera poco y se le pasa por la cabeza tomar la única vía que le queda libre, la del adelanto electoral, sus colegas ya le dicen que ni mijita, que de eso nada de nada. En este punto, Sánchez empezó a sospechar.

¿Qué esperar, entonces? El guión dictaba que Rajoy se achicharrara con ayuda de Aznar y el paso del tiempo, mientras los socialistas se ponían de acuerdo discretamente, pero fue imposible. El PSOE andaluz cuestionó desde el minuto uno el liderazgo y los planes de Sánchez y éste al ver amenazado su futuro se situó a la defensiva y proclamó a la desesperada aquella frase ya mítica de aquí mando yo. Noqueado por el peor resultado del PSOE y la falta de apoyos, la furia le llevó a plantar cara a Susana Díaz -la misma que vino a decirle tú veras lo que tú haces- para afearle que se atreva a cuestionar la negociación con Podemos cuando ella fue tan amable al consentir los acuerdos en Andalucía con la formación de Pablo Iglesias. Y lo cierto es que la primera contradicción del PSOE andaluz está justo en Cádiz, donde José María González accedió a la alcaldía gracias al respaldo de los socialistas, que lo definen como lo malo, frente a lo peor. Sería una pena que este discurso tan trabajado no resistiera el paso del tiempo. Aunque lleva razón Sánchez en este punto. De poco sirve que aquí se apele a que "había que desalojar a Teófila", como señala el PSOE de Cádiz, para distanciar su postura con la que mantienen ahora ante Podemos. El resto de barones y alcaldes que ejercen el poder con el respaldo de los podemitas defenderían hoy sus pactos con argumentos similares. Por ello es absurdo señalar con el dedo a Sánchez por intentar cobrarse su particular venganza con Susana Díaz, que al fin y al cabo no oculta su intención de descabalgarlo. Eso sí, con su idea de castigo, el líder del PSOE refleja su debilidad y un sentimiento de impotencia más propio de alguien desvalido que de un mandamás.

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