Aquello de que el hombre es un lobo para el hombre va camino de ser verdad, mientras que la afirmación de que el hombre es bueno por naturaleza pierde fuelle a medida que esta sociedad en la que nos ha tocado vivir se pervierte un poco más cada vez que ocurre un hecho desgraciado como el del pequeño Gabriel. La impresión, aunque parezca exagerada, es que si les dejaran el linchamiento sería la salida por la que apostarían muchos como colofón de historias tan crueles y tan tristes como las vividas el último fin de semana. Como sociedad debemos revisar nuestro comportamiento, al igual que debe ser objeto de revisión el circo mediático, fundamentalmente aunque no sólo televisivo, que rodea en este país a los sucesos. Existe el linchamiento físico, pero también el verbal va ganando peligrosamente terreno. Hay que volver a ser humanos, incluso con los seres que no demuestran serlo.

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