El hoyo y el bollo

Quienes nos defienden están muriendo en la defensa.Unos segundos, un minutoen las televisiones

Ni luto algunos, digo la corbata negra, el crespón en la bandera del balcón. Será en diferido, nos aseguran. No existe el dolor pretérito, la angustia con carácter retroactivo ni la tristeza, pero sí el temor futuro. Lo pasado, pasado. Es curioso, si ya pasó pues eso, pasó. Quedarse allí no lleva a sitio alguno. El allí son decenas de miles de muertos pero ¿son nuestros muertos? Es posible que el azar te haya asignado el padre de una amiga, un vecino, un conocido. Incluso un amigo. Pero la suma, la totalidad es cada día más una abstracción amasada por los media y las voces uniformes. El rostro severo de algún dirigente político en el Congreso de los Diputados, apenas. Las ruedas de prensa, las comparecencias, los multichats son cada día más una mecánica, un pasar. Mensajes gastados, vacíos, ruido, mucho ruido. El castizo lo diría mejor: el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Por eso, más que nada, es por lo que hablaba del temor futuro. Parece incongruente que ya sintamos temor por lo que todavía no ha sucedido y que puede no suceder siquiera, pero es el discurso. Todo gira por ahí, por esa coordenada de la ecuación del algoritmo del misterio de España. Que, en cierto modo, es el destino de nuestros países vecinos o de los países lejanos que atraviesan este Armagedón invisible llamado Covid-19. ¡Quién lo hubiera previsto! La anterior pandemia tiene más de un siglo, no nos acordamos. Además que ocurrió en un país hermético, cerrado, una dictadura perfecta. La de estos días, digo. Pero era verdad, la globalización es una verdad palmaria. Si en unas horas pasamos de un hemisferio al otro, de un ciudad lejanísima a otro, como nosotros pasa lo invisible, lo que apenas si tiene cuerpo, peso. Se nota el aire pero no la esférica maldad de un virus que se adhiere a lo imprevisible y se extiende por lo previsible. Miles de médicos, enfermeros, sanitarios en general, sacerdotes que llevan la unción santa y el pan de vida a los enfermos, han enfermado, muchos han muerto. Quienes nos defienden están muriendo en la defensa. Unos segundos, un minuto en las televisiones. Las imágenes son de aplausos a los ancianos que salen de la UCI, apenas una foto robada de los ataúdes alineados en la Palacio de Hielo. De nuevo el resumen sapiencial del hoyo y el bollo. Y el temor al futuro, las previsiones de destrucción de empleo, las políticas que imponer en los tiempos en los que muchos viven lo que no vivieron en esto de ahora, esto que nos ocurre, el aplaudir en los balcones.

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