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Tribuna Libre

José Manuel Pascual

El hospital de San Fernando no es el de San Carlos

EN muchas ocasiones parece que todos hablamos de lo mismo, sin darnos cuenta de que cada uno dice y defiende cosas distintas con palabras cercanas o con expresiones parecidas. Lo del Hospital de San Fernando es un excelente ejemplo de este tipo de dislocación mental y expresiva. Me explico.

Dijo alguien en Madrid: "…me complace anunciarle que la Subsecretaria de Defensa ha enviado una carta a la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía ofreciendo transmitir gratuitamente la propiedad definitiva del inmueble del Hospital General Básico San Carlos al Servicio Andaluz de Salud, para que asuma la total responsabilidad de su gestión en ejercicio de las competencias, que en materia de sanidad le marca la ley". Luego alguien comentó por aquí: "… entre los procedimientos que establece la norma para que se lleve a cabo este trámite se encuentra la convocatoria de la Comisión Mixta de Transferencia, donde se verán las condiciones que se pacten para completar la transferencia". Más tarde y muchos al mismo tiempo manifestaron su alegría por la solución del asunto del Hospital de San Carlos. Hasta ahí lo dicho sobre el tema.

Pero lo cierto y verdad es que aquel hablaba de un edificio obsoleto que para nada le servía y de una función extinguida y apartada de su responsabilidad, mientras que el de aquí hablaba de un proceso de transferencia de funciones que -además de extinguidas y amortizadas- no son transferibles y de unos créditos finalistas que no son consolidables ni transferibles. En fin, que la alegría de todos ellos no es más que una expresión de la felicidad de unos ladrillos y de un cemento que, todos lo sabemos, no tienen más futuro que el de llenar, antes o después, una gran escombrera o incorporarse a ese abandonado y gigantesco escenario de la Bahía este, donde solo actúa el teatro de las ratas y la orquesta de los desafinados derrumbes sin producir la más mínima riqueza para el pueblo que antes lo cedió a cambio de nada o poco o se vio expropiado de él para fines que ya no tienen excusa.

No hay duda, se trata de todo un lío para el que curiosamente alguna de las partes ya se ha puesto un parche en espera de la herida que sabe que no ha de tardar en abrirse asegurando que "… como esto será lento, seguiremos manteniendo la situación actual", cuando en realidad lo que se debería establecer es que aquí no existe un acuerdo sobre lo fundamental: quién paga la fiesta, que es una fiesta cara, donde lo que menos importa es un viejo edificio que para nada se adapta a las necesidades de un Hospital racional y una parcela que no está ubicada en el sitio que requiere un Hospital.

Por eso no debería de hablarse del Hospital de San Carlos, sino del Hospital de San Fernando, planteándose que el problema no es un problema de paredes y escaleras, sino de atención sanitaria y realismo en un marco de déficit económico que dificulta la correcta planificación y la programación de un pronto Hospital para San Fernando, pues no ha de perderse de vista la coyuntura económica y presupuestaria de la Junta de Andalucía que -al igual que el Ministerio de Defensa- no tiene ahora los recursos que se necesitan para hacer frente a lo que la población de San Fernando reclama: una atención hospitalaria cercana, razonable y de calidad, en vez de una fantasía con dos huevos duros más.

Sería bueno que dejemos de retorcer las frases y las palabras tratando de sacarle un jugo que no les corresponden y decir las cosas claras, sin darle vueltas y más vueltas esperando que pase el tiempo y que lleguen los momentos de barullo electoral, donde todo vuelve a quedar enterrado bajo el manto del "… y tú más", que tanto gusta a algunos dirigentes políticos para seguir sin ver que entre elecciones y elecciones lo que pasa es la vida de la gente. Si hacemos este ejercicio de claridad lo primero que hay que poner en su sitio es que el Hospital de San Carlos es una cosa y el Hospital de San Fernando otra, que aquel es un hospital que se ha ido marchando y este un hospital que no puede llegar de la forma en que se quiere que llegue.

Alguien debería preguntarle al Ministerio de Hacienda y a la Consejería del mismo ramo sobre todo este asunto, en vez de interpretar las obtusas palabras de los elementos del marketing sanitario que tan difícil tarea tienen en estos tiempos que corren, en los que decir la verdad parece no apetecerle a casi nadie.

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