editorial

La hora de la verdad en las autonomías

EL lamentable rifirrafe entre el PSOE y el PP a cuenta del traspaso de poderes en Castilla-La Mancha, derivado del triunfo popular en las elecciones del 22-M, se inscribe en el contexto de la disputa por el Gobierno de la nación, prematuramente desatada por ambos contendientes. Donde unos ven deslealtad en el relevo y voluntad de crear alarma por el estado financiero de dicha comunidad autónoma a fin de justificar su futura política de recortes otros encuentran una situación ruinosa procedente de los gobernantes socialistas ahora derrotados y afán de ocultar la magnitud de las deudas y el déficit a los que habrá de enfrentarse la nueva presidenta, Dolores de Cospedal. El resultado es que el traspaso de poderes, en vez de ser una práctica normal exigida por la legalidad democrática y el respeto a la voluntad ciudadana, se va a convertir en un espectáculo de falta de colaboración, desconfianza y comportamiento partidista. Todo ello puede servir para ocultar a la opinión pública el dato fundamental y las consecuencias que de él se deducen como necesidades: el déficit de las comunidades autónomas en su conjunto se ha disparado y hay que adoptar medidas urgentes para controlarlo. El Ministerio de Economía había impuesto un límite claro al déficit de las autonomías para 2011, dentro del plan de saneamiento comprometido con las autoridades europeas: el 1,3% del Producto Interior Bruto. Pues bien, en el primer trimestre del año el déficit acumulado por las comunidades ya supone el 0,46% del PIB, lo cual quiere decir que, si se mantiene la tendencia, terminará siendo del 1,84%. Por lo tanto, los nuevos gobernantes territoriales están obligados, muy en primer lugar, a rebajar esas cifras para que España cumpla sus compromisos internacionales y aleje el fantasma del rescate. Ese es el problema fundamental: que las comunidades autónomas van a tener que hacer ajustes y recortes muy serios en el sector público, la política de subvenciones, los cargos y las televisiones autonómicas. No es aceptable que se centren en pelearse por cuestiones menores.

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