LÍNEA DE FONDO

Diego / Marchán / Dmarchan@grupojoly.com

La hora de DT9

La receta para lograr la permanencia es tan sencilla como que jueguen los buenos y, está claro, Tristán lo es

YA lo narró a la perfección el compañero Fernando Díaz en su crónica de ambiente del partido del pasado domingo ante el Elche. Bofetada de Diego Tristán a sus detractores. El futbolista de La Algaba le cambió la cara al partido y a la afición con su sola presencia en el terreno de juego. Con el Cádiz en la cuerda floja, es a este tipo de jugadores a los que hay que agarrarse para sobrevivir. Y a Tristán, por fin, le llegó su momento.

Como para casi todos, la temporada no ha sido fácil para el sevillano. Fue el fichaje del verano no sólo del Cádiz, sino de toda la Segunda División. La estrella mediática de la categoría, el Cristiano Ronaldo de la División de Plata. Pero las cosas no comenzaron demasiado bien para DT9 y a su evidente falta de forma había que añadir la poca confianza de Javi Gracia en su juego, por no hablar de la losa de su mala fama fuera del campo. Le costó meses verse como titular y en su mejor momento una lesión volvió a cortarle las alas. Con el Cádiz cuesta abajo y sin frenos y con Víctor Espárrago como recambio en el banquillo, el genio de La Algaba parecía condenado a salir por la puerta de atrás de un equipo en caída libre.

Pero con la resurrección del equipo han vuelto los buenos momentos de Tristán en el Cádiz. Y ya era hora, porque un jugador de su clase y su categoría no puede ni debe conformarse con ser suplente en un equipo que sufre por mantener la categoría en Segunda División. Ni, por supuesto, un equipo en estas circunstancias puede permitirse el lujo de mantener fuera del once al futbolista con más técnica de la plantilla. La receta para salir a flote es tan sencilla como que jueguen los buenos. No hay más.

En el tramo más importante de la temporada y con lo que hay en juego, para lograr la salvación hay que agarrarse a la veteranía de Fleurquin, a la experiencia de De la Cuesta, a la casta de Enrique, a la fuerza de Ogbeche, al trabajo de Toedtli y, cómo no, a la calidad de Diego. Llegó la hora de DT9.

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