Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Algo debe tener el eco del mar en la Alameda para que allí hayan nacido y vivido grandísimos gaditanos como Eduardo de Ory, Carlos Edmundo de Ory, Félix Bayón, Jaime y José Pedro Pérez- Llorca, allí tuvieron casa los Macpherson y los Gómez Arámburu. José Pedro era un gaditano liberal y cosmopolita, reflejo de una burguesía profesional y comercial que dio lustre a la ciudad de Cádiz durante generaciones. Hijo de un catedrático de la Facultad de Medicina, nieto de un decano de la Facultad y del Colegio de Médicos, Leonardo Rodrigo Lavín, masón, que gracias a José María Pemán salvó la vida el 19 de julio de 1936 según me contó el propio José Pedro. Recuerdo haber ido muchas veces a la casa familiar, primero a ver a Jaime y luego a José Pedro, de espléndida factura modernista desde donde se veía la Bahía desde Rota a La Carraca. Con José Pedro se va el último de una estirpe, la de los gaditanos liberales e ilustrados, una especie en extinción. Gran conversador, siempre interesado por las cosas de Cádiz sobre lo que preguntaba constantemente. Asiduo lector de este periódico comentaba la actualidad de la ciudad como si viviera cada día en ella. Hasta hace poco no le dejaron poner un ascensor que le permitiese usar su casa de la Alameda con tanta asiduidad como quería. Poseedor de un sentido del humor fino y sutil, muy gaditano, para lo que era menester estar muy atento ya que tenía un hablar pausado a la vez que un timbre de voz suave. Contaba con mucha gracia cuando sus hermanos mayores Leonardo y Jaime iban al colegio alemán situado junto a su casa y la madre los obligaba a ponerse abrigo cuando practicaban deporte al aire libre.

A finales de los 70 fue, como es de todos conocido, ponente de la Constitución y ministro de Asuntos Exteriores. Fue entonces cuando le pusieron el apodo del Zorro Plateado, por la melenita gris que usaba, hija quizás de sus tiempos de militante en el Frente de Liberación Popular. En las innumerables guerras de la UCD le encuadraron en el sector liberal del partido, enfrentado con el llamado sector socialdemócrata, del que en la provincia formaban parte Pedro Valdecantos, Carmen Pinedo y, sobre todo, el gobernador civil de entonces, José María Sanz Pastor (“un gobernador comprometido el que, según la prensa, ese que nos ha correspondido sin saber por qué, pertenece al archiconocido centro de izquierdas, centro por nacido en Castilla y de izquierdas por tranvías que volcó de chiquitín”, que cantaron Los Dedócratas). Sanz Pastor hizo lo posible para que José Pedro no fuera diputado por Cádiz, enfrentado también como estaba con Jaime, por entonces dirigente del PSOE (“estos hermanos que cada uno se llama de manera distinta” dijo con displicencia el gobernador civil). Pasados los años José Pedro recuperó su relación con la ciudad que le vio nacer. Arregló su casa y pasaba largas temporadas en Cádiz. En 2010 la Asociación de la Prensa de Cádiz y la Asociación de Periodistas Parlamentarios le dimos el Premio Cortes de Cádiz , que tanta ilusión le hizo. Desde entonces compartía con él almuerzos y largas veladas, unas veces en su casa de Cádiz, otras en la de Madrid y las más en el Terraza, donde tenía mesa reservada tras el biombo según se entra a la izquierda. Allí comía con Carmen, su mujer, las exquisiteces que le preparaba Pelayo. Nunca le gustó que le llamase prócer ni padre de la patria, como hacía yo en tono de broma tan a menudo. A él le debo cinco visitas maravillosas al Museo del Prado en horario nocturno para ver exposiciones como las del Divino Morales, Van der Weyden, El Bosco, los fondos de la Hispanic Society y otras. Un lujo disfrutar del Museo que nos ofreció a distintos gaditanos que tuvimos ese privilegio el que fuera gran embajador de la ciudad en la Villa y Corte. Desde Segismundo Moret no ha habido un gaditano con mayor relevancia en la política nacional. Es posible que tarden varias generaciones en que tengamos a otro paisano en tan altas responsabilidades, si llega el caso. Fue una suerte de justicia histórica que la ciudad que vio nacer la primera Constitución española fuera también la de uno de los padres de la Constitución que mayor prosperidad ha traído a España. Como la vida se renueva, mientras moría José Pedro Pérez- Llorca nacía Aurora González Rodríguez-Rubio.

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