No hacer aprecio

En realidad, Vox ha subcontratado el desgaste del PP a la labor de gobierno de Sánchez e Iglesias

Lo que empezó chocándome, casi escandalizándome, terminó resultando lo más importante de la moción de censura. Fue que ni Ignacio Garriga ni Santiago Abascal hicieran el mínimo gesto ni rebaja retórica ni guiño táctico para que los diputados del PP votasen «sí». Nada. Casi les ponían en bandeja de plata el «no» con un programa muy crítico con el europeísmo de salón, con el bipartidismo cómplice, con el autonomismo satisfecho y con los usos y costumbres de las viejas políticas. Sin mentar al PP más allá de una sobria y formalista petición del voto afirmativo, remarcaron constantemente las diferencias entre ambas formaciones. El resultado es que dejaron solos a los diputados del PP, justificados y tranquilos frente a la propia responsabilidad de su voto frente a Pedro Sánchez. Y con Ciudadanos el respeto glacial fue aún más indiferente. Recordé el refrán aquel de que no hacer aprecio es la forma más sutil de poner precio, o así más o menos.

Yo andaba retrasando la hora de mandar mi artículo a redacción para ver cuál era el sentido del voto del PP, cuando me di cuenta que, con ese discurso, Vox se había impermeabilizado a lo que hiciera el PP, que, a fin de cuentas, tampoco iba a cambiar el destino de la moción. Incluso el protagonismo por sorpresa de un hipotético "sí" quedaría desvaído porque se pondría irremediablemente a rebufo.

La abstención o el "no", por su parte, ya se daban por descontados y entrarían de lleno en el haber de Casado. Con su indiferencia, Abascal se ahorraba los naturales titubeos del que amolda su mensaje para aunar consensos. Lo suyo transmitía seguridad en su mensaje.

En realidad, Vox ha subcontratado el desgaste del PP a la labor de gobierno de Sánchez e Iglesias. A partir de ahora, cada revés económico, cada tragedia en la gestión sanitaria, cada involución democrática, servirá para recordar todas las posturas en esta moción, que decían inútil, pero que ha puesto a correr muchos cronómetros.

Además, por la ley de la compensación, el PP no puede permitirse ante sus votantes negarse a censurar a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias y hasta no ponerse en pie cuando se recuerda a las víctimas de ETA, y a renglón seguido o a vuelta del fin de semana dedicarse a repartirse con ellos el Consejo General del Poder Judicial o ir de la mano a un nuevo estado de alarma. La moción, que aventuraban estéril, ha dado una vuelta de tuerca a la legislatura.

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