Esta guerra no ha terminado

Las mascarillas se van a suprimir en las calles porque en otros países europeos ya no son obligatorias

Todos los años, en el mes de junio, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pronuncia varias frases lapidarias, de las cuales al menos una pasa a la historia. El año pasado dijo: "Hemos vencido al coronavirus". Este año declaró: "Pronto vamos a abandonar las mascarillas". Y ya le ha puesto fecha: el 26 de junio, un día ideal para tapar los indultos a Oriol Junqueras y compañía. Pero no es sólo para disimular. Las mascarillas se van a suprimir en las calles porque en otros países europeos ya no son obligatorias, y mantenerlas aquí resultaría negativo para la llegada de turistas en verano. En la Junta, se han sumado a la fiesta y el consejero Aguirre ha profetizado el regreso de las procesiones para otoño.

Sin embargo, la guerra contra el Covid 19 no ha terminado, a pesar de los avances en la vacunación. La OMS, por medio de su director en Europa, Hans Kluge, ya ha advertido que existe un gran riesgo para los europeos el próximo otoño. La OMS ha cometido errores flagrantes, pero también algún acierto: el año pasado en junio, cuando Pedro Sánchez decía que habíamos ganado la guerra (¿qué guerra?), alertaron de que Europa sufriría una segunda ola en otoño, porque la pandemia del Covid 19 se comportaba como la gripe española.

Ahora avisan: las vacunas ayudan, pero no son la panacea universal. Por supuesto, sirve de escudo y reduce los contagios, pero hay riesgo de que nuevas variantes obliguen a reforzar la vacunación con más dosis. En España, en general, y en Andalucía, en particular, hay indicios preocupantes. En la estrategia se ha marginado a la franja de 65 a 69 años, que es ahora la población de mayor riesgo, porque recibieron la primera dosis después que otros más jóvenes y deben esperar para la segunda dosis de AstraZéneca. Todavía hay muertes (aunque menos), y el peligro aún existe.

¿Por qué Andalucía es ahora la comunidad con nivel más alto de contagios en España? La tasa se estabilizó en torno a 180 casos por 100.000 habitantes desde hace casi un mes, y apenas ha bajado. Algunas provincias están por encima de 200, que en otros países marcaba los confinamientos. Andalucía fue la primera autonomía en abrir el ocio nocturno. Y no me refiero sólo a locales, sino que han proliferado los botellones. A eso se añade la llegada incipiente del turismo. Controlarlo, sin causar ruina, es el reto; pero anticipar el fin de las mascarillas para atraer turistas, como si ya no hubiera peligro, puede tener consecuencias en otoño. Las imprudencias se pagan.

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