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Las dos orillas

josé Joaquín / león

El golpe que jamás dio el Rey

EN este país siempre pasa igual. Cuando muere un personaje ilustre, primero aparecen los hipócritas para repartir elogios que le negaron en vida. Y, después, los oportunistas para aprovecharse de la figura del difunto. Suele ocurrir entonces que se desvelan supuestos secretos que callaron en vida. Es lo que está sucediendo con Adolfo Suárez. Incluso se ha aprovechado su muerte para enredar al rey Juan Carlos en un asunto viejo y suficientemente aclarado: el golpe de Estado que intentó el general Armada el 23-F, tras el que algunos visionarios imaginaron la mano del Rey.

El supuesto golpe de don Juan Carlos contra sí mismo (no olvidemos que era ya el Jefe del Estado y no necesitaba autogolpearse) se sitúa en la convulsa situación de principios de los 80. En los mentideros políticos de Madrid se daba por evidente que Adolfo Suárez había agotado su proyecto. España estaba muy castigada por el terrorismo, sobre todo el de ETA. Había rumores constantes de golpe de Estado y se descubrieron varios conatos.

Así las cosas, se plantea la opción de un gobierno de concentración. La idea inicial era contar con ministros de UCD, PSOE y AP, presididos por el general Armada, un militar de confianza del Rey, para serenar a los sectores sediciosos. Algunos hablan de incluir a un ministro próximo al PCE, con el consentimiento de Santiago Carrillo, aunque otros querían ilegalizarlo. En esos contactos, hubo reuniones con el socialista Enrique Múgica Herzog, al que se hubiera otorgado especial protagonismo. El PSOE dijo que no, porque tenían en el horizonte un triunfo electoral (que consiguieron en 1982). No hubo acuerdo, ni golpe de Estado alguno. Lo que se planteaba era un Gobierno de concentración, dentro del sistema, para enderezar el rumbo del país. Suárez no era partidario de esa fórmula, pero entregó su dimisión.

En esas se encontraba España el 23-F. Recuerda Javier Cercas en Anatomía de un instante (el mejor libro escrito sobre el Tejerazo) que en el asalto al Congreso confluyen tres proyectos de golpe de Estado: el de Armada (que mantenía la idea anterior, pero ya como una imposición), el de Milans del Bosch (que pasaba por sacar los tanques a las calles) y el de Tejero (que iba a las bravas, aunque se sometió a la jerarquía de los militares golpistas). El triple golpe fue cortado de raíz por el Rey, esa misma noche. Y eso sucedió así, le guste o no a los manipuladores de la historia.

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