Punto de vista

José Ramón del Río

jdel35@hotmail.com

La gestión de la crisis

Da la impresión de que muchas de las medidas que está tomando el Gobierno son improvisadas

Entra dentro de la condición humana que a la paralización que ocurre cuando sucede una desgracia (como ha sido la constatación de que en España nos habíamos contagiado del coronavirus) la reacción popular que, en principio, es la aceptación de lo inevitable, se vaya transformando en la búsqueda de remedios, aceptando sacrificios, para luego realizar el juicio crítico de las medidas adoptadas.

Aquí la gestión comenzó con mal pie. La primera persona que conocimos, designada por el presidente del Gobierno para coordinar, como director, las alertas y emergencias sanitarias, Fernando Simón, al resultar él mismo contagiado con el virus, hizo dudar a muchos, porque si el experto no había sido capaz de protegerse del virus (entre sus misiones no estaba relacionarse con los contagiados) cómo nos iba a proteger a los 47 millones de españoles. Dejando a un lado la anécdota, da la impresión de que las medidas que está acordando el Gobierno, muchas de las cuales duran el tiempo que va de un Consejo de ministros a otro (que se reúnen casi a diario), son improvisadas. La política sobre el pago de rentas de los inquilinos, es un buen ejemplo porque resultan dispensados de abonarla unas veces si su arrendador tiene solo una o dos viviendas, en otros ocho o si se trata de sociedades dedicadas al alquiler. El periódico El País lo disculpa, porque escribe que el Gobierno se ve obligado a crear respuestas a medida que surgen las dificultades, "atenazado por la disyuntiva entre salud y economía", pero aparte de que estos no son términos contradictorios, la impresión que se tiene es que el Gobierno carece de homogeneidad y que no tiene las ideas claras.

La oposición que, en principio, ha apoyado las medidas del Gobierno, votando a favor de sus propuestas de convalidación de decretos en el Congreso, ya ha anunciado que dejará de hacerlo y le acusa de improvisación y, sobre todo, de falta de consulta previa. El PNV también se suma a esta postura y parece que Sánchez no tiene interés en variar su posición (El País, dixit). Son 23 razones las que da Casado, líder del PP, para negar su apoyo a los decretos leyes, pendientes de convalidar. Cuenta el Gobierno, no obstante con el apoyo de los partidos independentistas catalanes y así debe ser, porque está en estudio, y con muchos visos de prosperar, que los presos del 1-O puedan cumplir el resto de sus condenas en casa. Contrasta esta comprensión, con la negativa a Rato de acceder al tercer grado, cuando está en la cárcel por un delito menos grave.

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