Como es normal, uno escucha "mutación genética" y piensa en "terrible futuro distópico". Así somos los monos humanos, aferrados a nuestra rama mientras contemplamos cómo el vecino se afana en untar con cera sus alitas. Científicos de la Universidad de California han descubierto una variación genética responsable del poco sueño: así, distintas familias que aseguraban llevar una vida plena y consciente con cuatro horas en la cama, mostraron mutaciones en el gen ADRB1. Unos cambios que -apuntan los investigadores- parecen haber aparecido recientemente y carecer de otros efectos secundarios. Mutación patrocinada por la patronal, me decía un amigo: loa eterna al Dios de los calvinistas. "¿Por qué impedir a un padre que lo desee alterar el código genético de su hijo para que tenga más opciones en su vida?", podría decir una Inés Arrimadas del futuro, peliteñida de azul, mientras el capital se frota las patitas.