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Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

El futuro vaciado

Sobre todo Madrid absorbe a jóvenes talentosos de aquí y allá: ¿volverán un día?

No por mucho decir que la solución a la inflación es bajar impuestos (Feijóo) ni por mucho repetir que el principal impuesto en España es la corrupción (Sánchez, aprovechando el tren barato de los comisionistas en la órbita del PP madrileño, también aplicable al emprendedor indepe Piqué desde ayer) esas afirmaciones son verdad. Es que no lo son. Por lo mismo, tampoco es verdad que "Andalucía crece más que nadie en España", como afirma el vicepresidente Juan Marín sacando pecho como líder de Ciudadanos en Andalucía; ambos cargos, inestables. La labor de los muy capaces Rogelio Velasco (con Cs) y Juan Bravo (PP) en la cosa económica es más que buena, pero no se puede decir "soy el mejor" si hay varios mejores que tú: al menos dos comunidades autónomas han crecido más que Andalucía en los últimos trimestres de 2021. Sí, son datos esperanzadores. Pero sigue habiendo rasgos preocupantes en nuestra estructura económica.

Por ejemplo, en el empleo de muchos andaluces jóvenes, talentosos estudiantes, y muchos otros con menos formación pero ganas de salir para adelante. Se van a Madrid en un número alto y creciente, y esa sangría no se cauteriza. Usted, lector, tendrá uno o varios hijos, sobrinos o allegados que en el mejor de los casos están a tiro de AVE o Ryanair. Esta migración interior de calidad tiene, evidentemente, connotaciones positivas: su edad es propia de volar. Pero la cara b de este proceso es otra España vacía o vaciada: los buenos y los esforzados se acaban yendo, salvo quienes entran en la función pública o son producto de la semillita afortunada por padre o madre. Y poco más. Es triste, no para los que se van, sí para la tierra de la que son. Aquí sigue sin quedar sitio para ellos.

La esperanza está en la fusión de los dos párrafos anteriores. Que Andalucía siga creciendo más que la media -o sea, que siga convergiendo-, y que este crecimiento persista, y rentabilicemos el atractivo de habitar en un lugar donde vale la pena vivir, y esto atraiga inversión, empresas y empleo del bueno más allá de veladores y hoteles. Y -he ahí la alquimia soñada- que se produzca un círculo virtuoso con el que nuestros chavales retornen al sur, ya más hechos y mejores, a rellenar el vacío que dejaron. Este es un proceso que pudiera parecer utópico, pero hay bastantes casos en la historia económica en que se han dado. Es ésta quizá la pelea más importante que deben afrontar nuestros políticos y economistas. Nos debemos felicitar por fomentar que estemos jugando entre los buenos. Pero sin exageraciones, tan de aquí.

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