En la ingenuidad del novato en política, Kichi prometió hace cuatro años que volverían los jóvenes y que Cádiz se abastecería de energía limpia que la propia ciudad generaría. Es una pena que las casas de apuestas no entraran en esto porque sería la única vez en la que habría puesto dinero. Las promesas más bellas son aquellas imposibles de cumplir. De hecho, no está en manos de los alcaldes empresas tan gigantescas. Sí se puede prometer un gran puente, ¿por qué no? Construir un puente siempre es interesante para las constructoras y lo que se mueve alrededor si hay dinero público. Pero cuatro años no dan para invertir tendencias, opciones y menos fugas en masa. Y lo de los jóvenes es una fuga en toda regla de una ciudad que no tiene demasiado que ofrecer. ¿Qué puede hacer un alcalde ante esto? Él solo poca cosa. Para cambiar esto hace falta creatividad. De los jóvenes, precisamente.

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