Los gaditanos aguantamos el no-frío con espíritu ecológico encomiable. La estufa y el picón le hacen pulso al calor centralizado. Somos ejemplos vívidos de la famosa paradoja del Incremento de Materia en Interior: la cantidad de capas de abrigo va aumentando según vamos entrando en la casa. Así, lo habitual en Trimilenaria es que sus habitantes reciban con una indumentaria digna de refugiado serbocroata: pijama/chándal, jersey, bata, calcetines, toquilla. ¿En la calle? Bah, chaquetita y bufanda. Otra actividad de gran arraigo es la caza y captura de las fuentes térmicas naturales y gratuitas que habitan el hogar (sufrida mascota familiar o sufrido partenaire). Sin olvidar esa pieza indispensable del desayuno mediterráneo y/o atlántico : el carajillo, infalible elemento de autocombustión. Toda una serie de recursos que hacen que Trimilenaria sea la ciudad que sonríe, valiente, por un desarrollo sostenible. Sin miedo al castañeteo.
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