Pemán no fue ni un fascista ni un asesino. Fue un monárquico toda su vida que apoyó con fervor a los dos dictadores de su tiempo: Primo de Rivera y Franco. Es decir, un monárquico reaccionario que con la edad se fue moderando hasta entrar a formar parte del Consejo Privado de Don Juan desde el que defendió de manera tibia posturas democráticas al final de su vida. Como responsable de educación en la Junta de Burgos procedió a purgar de republicanos y desafectos al golpe de estado el cuerpo de maestros nacionales que había creado la República. En cambio, una vez nombrado por Franco director de la Real Academia de la Lengua, se negó a sustituir a los integrantes de la institución que habían tenido que marchar al exilio. Ayudó a algunos republicanos a salvar la vida, como recordaba siempre Eduardo Haro Tecglen que hizo con su propio padre. El fascismo español fue la Falange, un partido antimonárquico y, por lo tanto, ajeno al pensamiento de Pemán.

Como escritor fue mediocre. Tuvo mucho éxito de dramaturgo con obras como 'Los tres etcéteras de Don Simón', 'El divino impaciente' y 'Noche de levante en calma'. Su obra 'Cuando las Cortes de Cádiz' fue llevada al cine con Rocío Jurado como protagonista y supuso la adopción de la vendedora de picón vestida de maja como el símbolo de la ciudad, gracias a la Sección Femenina, entre otros. En Cádiz fue toda una personalidad que encabezaba desde cofradías al Ateneo o la Asociación de la Prensa. Fue un buen escritor de artículos costumbristas. Ganó el Mariano de Cavia por 'Nieva en Cádiz'. Como poeta fue insignificante hasta el punto de que pese a ser contemporáneo de la Generación del 27 vivió ajeno a uno de los mejores grupos de poetas de la historia de España y a los movimientos vanguardistas de su tiempo. Hizo una poesía folklorista sin mucho interés, a mi modesto entender. Se hizo muy famoso en los años 60 gracias a la televisión por su serie 'Séneca'. El tiempo ha borrado la huella de su obra de manera cruel e inmisericorde. Toda la fama acumulada durante aquellos años no ha servido para nada.

Creo que en Cádiz los lugares que llevan su nombre tienen que ver con el hecho de que fuese gaditano ("un día fuera de Cádiz es un día perdido en la vida") y su fama como escritor. El Teatro de Verano quizás lo veamos algún día rehabilitado y no convertido en un triste erial, como está ahora, por culpa de algunos que se rasgan las vestiduras a cuenta de la majadería acometida por el Ayuntamiento de Jerez.