AFORTUNADAMENTE, no me tocó vivirlo. No pertenezco a esa generación que nació con el miedo en los huesos y la respiración entrecortada. La que aprendió a ahogar el grito y a abandonar a sus valientes. La generación a la que le robaron su propia voz. No, afortunadamente, no me tocó vivirlo. Afortunadamente a mi generación -la generación estafada, la que tenía el mundo en su mano y se le escapó como una pompa, una burbuja, de jabón- si algo no le esquilmaron fue la memoria. Por eso, ni lo entiendo ni la solución me basta. Que el Partido Popular expulse a sus militantes que exhiban símbolos fascistas no es suficiente. El partido que gobierna, el partido de las reformas, el que se cuadra frente a Europa, permite que España sea el único de los tres Estados europeos donde triunfó el fascismo que no prohíbe el uso de símbolos de esta ideología. No se queden con nosotros. No expulsen, legislen.