Qué razón tiene Selu: aquí cualquier pamplina se eleva a la categoría de polémica. Un poné, la Aduana ¿se tira o no se tira? Los miraobras de toda la vida, los enteraos de siempre, han evolucionado y ahora esto de la Aduana está sacando a flote el Le Corbusier que todo gaditano lleva dentro. En cada esquina dos arquitectos; en cada barra de bar, cuatro urbanistas: "Lo que yo te diga: esto se hace ahín, ahín y ahín". Que si el edificio es de estilo Remordimiento Español, que si es un mojón de a kilo y tapa una valla del Ayuntamiento. Se ha liado parda. De repente hay quien se siente herido en lo más hondo de su gaditanismo porque no se derribe un edificio que no ha mirado en su puñetera vida; lo que no deja de ser un milagro del Departamento Municipal de Hipnotismo y de la Concejalía de Victimismo.

Lo cierto es que el pueblo está confundido. ¿Derribar la Aduana es de derechas o de izquierdas? ¿Demoler es propio de progres semicultos o de postfalangistas casposos? Hay unos que piden, creo que en serio, un referéndum. Esto es un circo con sus payasos y sus perritos futbolistas. Qué razón tiene Selu, aquí la gente se ahoga en un papel de fumar. Tal vez los partidarios del derribo podrían ir ensayando con un par de kioscos de esos que justifican la dinamita.

Eso sí, la polémica tiene su lado bueno: la fervorosa devoción que ha provocado el tren en esta ciudad. Y digo yo ¿quién usa el tren aquí? Si esto es el reinado de S.M. El Coche. ¿Alguien ha visto llegar un tren a Cádiz? Como mucho se bajan ocho o diez apenados viajeros en un descampado desapacible, sin taxis y sin un bus a la vista...

Además, da igual que la Aduana tape o no tape; total, en la estación vieja apenas pondrán unas cuantas tiendas al más puro estilo cutrefacto-gadita. Al tiempo.

Esta polémica, después de todo, es una pamplina. Lo que de verdad nos tiene que preocupar es el itinerario del Despojado y que Toedtli siga lesionado y es duda para jugar el derbi. Esos sí son problemas.

Probablemente Cádiz no existe. Sé feliz.