LOS cien días que la cortesía política y la tradición han establecido como periodo de gracia antes de enjuiciar a una nueva Administración se han cumplido esta semana para José Antonio Griñán como presidente de la Junta de Andalucía. Lo primero que cabe señalar es que Griñán, presidente por accidente -político- y en contra de su vocación íntima de personaje al final de su carrera, no ha tardado en revestirse de la autoridad que le ha sido conferida por el pacto entre su predecesor, Manuel Chaves, y el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, y se encuentra cómodo en el cargo, habiendo expresado reiteradamente su voluntad de ser incluso candidato a la renovación en las elecciones de 2012, si bien es un asunto que no depende de él. El balance de estos cien primeros días aparece necesariamente lastrado por la continuidad de una crisis económica profunda, cuyas raíces no están obviamente en Andalucía, aunque se ven agravadas en esta Comunidad Autónoma por la persistencia de un modelo de crecimiento y unas deficiencias estructurales a las que no es ajeno, desde luego, el partido hegemónico en la región desde el inicio de la autonomía, en el que el propio Griñán ha ejercido diversos cargos, el último de los cuales era precisamente la Consejería de Economía, con rango de Vicepresidencia. No se puede decir que en este trimestre largo se haya impulsado una política distinta a la ya practicada en relación con las medidas contra la crisis. Más bien se ha de hablar de continuismo, aunque conviene matizar que las apuestas programáticas del nuevo presidente acerca del papel preponderante de la educación y la sociedad del conocimiento son de largo alcance y requieren más tiempo para concretarse. Donde sí se ha producido un avance en este periodo es en la consolidación del sistema financiero público andaluz, al haberse logrado parcialmente el viejo objetivo de aumentar la musculatura financiera andaluza mediante la integración de cajas de ahorros, en vías de hacerse realidad mediante la anunciada fusión de Unicaja, Cajasur y Caja de Jaén. Queda pendiente, sin embargo, la concertación social. Y quedan pendientes, sobre todo, los nuevos modos proclamados por Griñán en su investidura con respecto a la designación de altos cargos, la meritocracia y la descentralización de las decisiones. En estas materias todo sigue prácticamente como estaba en la larga era Chaves.

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