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Somos españoles

En el aire de ese hemiciclo anda el espíritu que debería unirnos en la discrepancia y el amor a la patria común

Dedico varias horas al debate de investidura, en el canal puro y duro, esto es, 24 horas. No quiero comentarios ni comentaristas, quiero ser yo mismo conmigo mismo. Creo que es el mejor procedimiento. Interpelar, sentirte interpelado. Intento ir al encuentro sin prejuicios. O sea, no ser de nadie. Ser sencillamente español. Mi ser español es pagar impuestos religiosamente, cumplir las leyes, amar mi país. Mi país son los buenos libros escritos por españoles, los paisajes de las tierras de España, sus canciones, su creaciones artísticas, sus pueblos y ciudades, mil cosas más. Siento que soy porque vengo de atrás, de los siglos. Si no viniera de ese hondón del tiempo no sé lo que sería. Es lo primero que me llega viéndolos, a los líderes de España. Y a los diputados que se esfuerzan en asentir y disentir, en aplaudir o lo contrario. Los miro, me digo: Son españoles. Como yo. Yo quiero lo mejor para mi país, no puedo dudar que ellos también lo quieran. Salvo los que ostensiblemente se niegan a sí mismos la condición. Las ideas de unos y las ideas de otros, en el campo mismo de las ideas, son conceptos movibles. No hay que pensar siempre lo mismo, ni por definición. Se puede pensar hoy lo que no se pensaba ayer. Entonces, ¿este dramatismo por televisión a qué se debe? Esclarecedor que Pedro Sánchez pida a Pablo Casado la ayuda al desbloqueo por el bien de España, y las razones por las que Albert Rivera le niega la posibilidad. Pero insisto, lo veo todo en la misma clave del mismo pentagrama por donde circula la melodía, que es España. Y lo mejor para España -sea la investidura o unas nuevas elecciones, lo que sea finalmente- es lo mejor para los españoles, y para lo que es España, que ya decía, es sus paisajes, sus creaciones artísticas, sus ciudades y pueblos, sus tradiciones y la historia con sus lecciones que no deberíamos olvidar nunca. Me faltan horas de televisión pero me he levantado como un resorte viendo la representación de los españoles allí sentados, que son todos, cada cual con sus ideas, sus inquietudes y temores, sus ilusiones y esperanzas. Finalmente no se puede negar que allí está la soberanía de la Nación única e indivisible, la representación democrática, la ciudadanía pura y dura. Están allí todos y en el aire de ese hemiciclo anda el espíritu de debería unirnos en la discrepancia y en el amor a la patria común, a la tierra de nuestros antepasados. Lo que devenga sea de la armonía, del encuentro, del diálogo, de pacto, del acuerdo. De otro sitio no saldría nada bueno.

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