Se me escapa

Ocurre que los políticos hablan a los suyos. Tienen esta deriva inexplicable. Hablan para los suyos

Verás, la cifra diaria de muertos yo la veo también como aviones que se caen. Digo 'también' porque así me lo ha dicho el Dr. Revuelta Soba, Catedrático de Universidad, cirujano cardio-vascular y una gran persona. Ha habido días que han caído dos aviones, tres. Cuando han caído los aviones y han dado el número de muertos, más las imágenes junto a los restos esparcidos, todos nos hemos sobrecogido. El Dr. Revuelta me comenta que él ha estado toda una noche en el quirófano para la salvar la vida de una persona (!) y que este desplome de aviones diarios lo supera. Si lo piensas, seguro que también tú quedarás noqueado con esta tragedia de aviones que se caen pero que no vemos entre los restos del fuselaje y los motores, las alas rotas, el diseminado de la muerte en el monte, el llano o la ciudad. Sólo ataúdes, muchos ataúdes. O camiones en hilera o fosas comunes, como en Italia o EE.UU. Este es el fondo de pantalla, la sintonía de nuestras vidas encerradas aplaudiendo al aire en los balcones o viendo la televisión, leyendo un libro, mirando una pantalla en donde los nietos nos dicen que nos quieren y los hijos que están bien. Y en medio de todo esto, sale el presidente en la tele y nos habla. Ocurre que los políticos hablan a los suyos, principalmente. Tienen esta deriva inexplicable. Hablan para los suyos. Y así son escuchados y atendidos. Más atención en función del grado de adopción. Ayer fue uno de esos días. Pablo Casado habló, por fin, con Pedro Sánchez y se me escapa lo que hay detrás. Es que parece que hay algo muy explícito, la España que va a salir del coronavirus, o sea, la sociedad enlutada, la España desempleada, descapitalizad, sin horizonte. Y profundamente enfadada, mucho más cuando vaya conociendo las particularidades, los ancianos muertos en las residencias, los hospitales al borde del colapso, todo esto de ahora de las mascarillas, los elementos de protección que no llegan para todos o llega defectuosos, y caros. Y el informe del Banco de España, que pone los pelos de punta. Entonces, los tiquismiquis de Casado, ¿cómo entenderlos? O la negativa de Abascal a hablar con Sánchez. No acaban de ver el paisaje después de la batalla, no acaban de ver que sin un gran acuerdo, sin una sintonía mínima cualquier ensayo de solución será un nuevo fracaso de los españoles por superar sus problemas, su destino común, su fatalidad. Y que lo que no se puede no se puede, lo diga Pablo Iglesias o Rufián. Pero ¿hablar? El bien de España no son cuatro palabras.

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