Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

La corredera

Antonio / Morillo / Crespo

¿Quién no se equivoca?

Equivocar el nº de teléfono de tu casa y decir ¡hola preciosa! a un desconocido, recibir un SMS en el que te encargan compres un solomillo de ternera, que te pillen como robando un coche en el parking porque te has confundido de auto, saludar muy efusivo a uno y resultar que no es tu viejo amigo. Llamar Pepe a Juan y María a Virtudes... son gajes de la vida, porque equivocarse, hasta la paloma de Alberti se equivocó.

Una señora llega y dice: "Por favor quiero unas compresas de Endesa". "Señora, Endesa lo que tiene son kilovatios y no compresas". "¡Ay! bueno hijo, con tanto escuchar, se me ha pegado esa marca. Dame otra". Se conocían sin alas y con alas, pero eléctricas no. Por eso, pasada la primera sonrisa que produce lo inesperado y que se disimula ¡natural! mirando para otro lado, quedan dudas. Esta señora puede ser accionista de la Eléctrica y anda por ahí y por aquí pregonando sus artículos. O mejor Endesa es capaz de fabricar compresas y hasta tampones. ¿Qué no va a poder Endesa con su poderío? O bien la mujer tiene razón, que de tanto escuchar Sevillana, Endesa, Iberdrola... ya no sabe quien fabrica coches, kilovatios o compresas. Tiene un lío en la cabeza con tanto anuncio, que es capaz de confundir el Seguro Casillas con la Galería del Coleccionista Catalina la Grande, o el yogur del colesterol con el limpia grasas Bang y la Expo de Zaragoza.

La señora era, al parecer, ilustrada, que no se piense que inculta o torpe, que entonces la risa no surge. Ella, pensándolo bien, ni sería accionista, ni se había equivocado de marca, ni Endesa fabrica estos artilugios, ella estaba confundida y aturdida. Es de comprender, con tanta cosa, con tanta propaganda, con tanto mensaje. ¿A quién no lo puede pasar? Y confunde la llave de la casa con la del armario, o el móvil con el mando a distancia de la tele, o la pasta de dientes con la crema hidratante de la jefa. Nada es de extrañar en esta vida tan liosa o disparatada. La prueba más evidente y en este caso era un muchacho lleno de vida y de rabiosa juventud que llega y dice. "Por favor déme una caja de 24 preservativos marca Duralex". Menos mal que se entendió el error y en vez de darle tubos de cristal, se le suministró de la marca Durex que era lo que quería en verdad.

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