La gran mayoría de los turistas que llegan a Cádiz acceden por el mismo sitio. Los que llegan en barco, cada día más, lo hacen por el muelle, los de los autobuses, "desembarcan" por la estación que hay frente a Astilleros y el tren está a pocos metros en la estación.

En los tres casos se encuentran con que muy cerca está la zona del casco antiguo más deteriorada con una muralla en la que se ven las tuberías por fuera y un espacio, grande que sólo sirve como aparcamiento, sin zonas verdes, con edificios medio derruidos, carreteras a medio hacer...un numerito.

Como muy bien explicaba José Antonio Hidalgo en sus artículos sobre las parcelas que rodean a Renfe llevamos 20 años con este proyecto paralizado... aquí somos de paralizar y cualquier idea choca y choca con miles de "piedras ostioneras" en el camino.

Los políticos, de todos los colores, son muy dados a quejarse de que son unos incomprendidos y señalan que "no todos somos iguales". Pero hay veces en las que con sus decisiones no contribuyen precisamente a que pensemos bien de ellos.

La nueva paralización del proyecto de la plaza de Sevilla perjudica a la ciudad, una vez más. Este proyecto, igual que el del tranvía, el famoso hotel que se iba a construir frente a la Caleta u otros más, se ve paralizado porque las personas que hemos elegido para que lleven a buen puerto la ciudad, están pensando más en sus barcos, que en el puerto donde están atracados. Ponen por encima de Cádiz sus intereses de partido, confundiéndose, una vez más, de patrono.

Podemos estar de acuerdo en que el momento para aprobar el proyecto elegido por el equipo de gobierno no es el más adecuado y que han corrido para apuntarse "el tanto", pero el papel de la oposición volviendo a parar el proyecto tampoco tiene justificación. Podríamos pensar que lo hacen porque buscan un convenio mejor, pero me temo que lo único que les mueve es que el otro no se apunte el tanto, a pocas semanas de las elecciones.

Estas cosas son las que desencantan a los ciudadanos a veces incluso igual que la corrupción, los enchufes o la torpeza a la hora de gestionar, lo de pensar que los representantes que han escogido piensan más en ellos que en las personas que los han designado mediante su voto.

Después nos llevaremos las manos a la cabeza cuando aparezcan los salvadores de patrias y obtengan muchos votos, pero decisiones como esta, el volver a paralizar un proyecto por intereses puramente partidistas no contribuye precisamente a reforzar la confianza en los políticos... ustedes sabrán.

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