La esquina

josé / aguilar

La elección de los alcaldes

MAL asunto. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se ha puesto maximalista: no acepta negociar con el Gobierno el paquete de medidas para la regeneración democrática porque el Ejecutivo "limita derechos" con sus proyectos para reformar la ley del aborto y el sistema de elección de los alcaldes. Insinúa que la retirada de estas dos iniciativas será condición ineludible para sentarse a pactar.

No existe mejor manera de frustrar una negociación que exigirle previamente al interlocutor la renuncia a sus posiciones de partida, y más aún cuando una de esas posiciones (ley del aborto) no tiene nada que ver con la regeneración democrática -que es de lo que trata el pacto que comentamos-, sino con la ideología. El objetivo de los socialistas debería ser convencer al PP de la bondad de sus propias medidas regeneradoras (como la obligación de las primarias, la limitación de mandatos de los cargos públicos o la regulación de los indultos) y hacerle abandonar sus actitudes restrictivas durante las negociaciones, no pretender que las abandonen como requisito para empezar a hablar.

Dicho lo cual, añado que el líder socialista está cargado de razón al rechazar de plano la reforma electoral municipal que viene manejando el Partido Popular. Tanto en su formulación originaria (conceder mayoría absoluta de concejales al candidato a alcalde que obtenga el 40% de los votos) como en la más suavizada (segunda vuelta si nadie obtiene mayoría absoluta, al modo del ballotage francés), la propuesta de Mariano Rajoy merece ser derrotada. Mejor aún, devuelta a los corrales antes de su defensa formal en una mesa de negociación o como proyecto de ley.

¿Y eso por qué? Por injusta y contraria al pluralismo, ya que beneficiaría a los grandes partidos y lesionaría las posibilidades de participación política de las minorías. Por fomentar el personalismo, al primar a los alcaldes-presidentes en detrimento del pleno de concejales electos. Por extemporánea: cambiaría las reglas del juego a unos meses de las elecciones municipales. Y por partidista, ya que el móvil fundamental del PP al plantear la reforma es salvar a un grupo numeroso de sus alcaldes en peligro de no repetir mayoría, aunque sea con el rechazo de todos los demás grupos parlamentarios.

¿Quieren otro argumento? Ahí va: con la reforma habría muchos más alcaldes de Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya. Creo que es para pensárselo bien...

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