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rafael / sánchez Saus

El discrepante

LEO en algún sitio que la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) ha decidido oponerse a la nueva reforma u ocurrencia planteada por el ministro Wert, consistente en reducir los grados a tres cursos y ampliar los másteres a dos, por el aplastante resultado de cincuenta y tantos votos en contra, media docena de abstenciones y un solitario voto a favor. El antipático ministro ha sufrido un nuevo revolcón de sus mayores fans, esos rectores de universidades públicas que llevan tres años soñando con levantarse una mañana y leer su cese en el periódico. Seguramente Wert ha hecho méritos y deméritos suficientes para ganarse la malquerencia rectoral y universitaria como el resto del Gobierno Rajoy la de sus votantes, pero quien a mí me llama la atención es ese heroico y solitario rector anónimo que en esta tesitura ha sido capaz de llevar la contraria a sus colegas.

Quienes no hayan disfrutado de una asamblea de la CRUE difícilmente se pueden hacer cargo del monolitismo ideológico de la cúspide de la universidad española y cómo, no importa de qué tema se trate, la ideología se impone sobre cualquier otra consideración de carácter académico o meramente pragmática. Y no creamos que la ideología compartida por los más e impuesta a todos es el resultado de una sutil construcción filosófica, no. La cosa se resume en dos o tres axiomas indiscutibles: todo lo que es o se presenta como progresista es bueno; lo público es siempre superior a lo privado; el Estado tiene la obligación de pagar el coste de la universidad pública sin entrar en muchas averiguaciones sobre qué se hace con ese dinero. Una vez que las cosas están claras, hablemos de lo que se tercie… con el resultado previsible.

La casi unanimidad rectoral en asunto tan complejo como la duración de los grados, en los que pueden acumularse argumentos múltiples y poderosos a favor y en contra de los tres años, demuestra una vez más el irreversible deterioro de la universidad en sus niveles más altos, tan obedientes a la consigna como un piquete de camioneros. Si la CRUE funciona más o menos como el congreso del PC cubano, ya se pueden figurar lo que a los universitarios nos puede importar lo que de allí salga. El solitario y anónimo rector discrepante no puede cambiar nada, pero salva el maltrecho honor de la universidad y alimenta la esperanza.

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