El detallito

No vale acusar al rival político de hacer exactamente lo que tú te ufanas de haber hecho

El PP se ha decidido a dar la batalla cultural a cuenta de la lápida de J.M. Pemán. Hace muy bien y estaría feísimo que yo, que llevo años afeándole que no la diera, no dijese ahora ni mu. El Comisionado para la Concordia, Francisco Javier Arroyo, ha explicado que la retirada de esa lápida no está amparada por la ley de la memoria histórica, y que habrá que reponerla. Tiene razón Navarro Antolín en que su actuación tendría que haber sido más contundente, pero los cambios de tendencia son tímidos y lo importante es que cambien. Además, la Delegación de Gobierno ha organizado un acto de homenaje al escritor.

Para saber que aciertan no necesitan que lo diga yo. Lo canta la reacción del Ayuntamiento de Cádiz que ha pedido el comodín de la demagogia. Martín Vila ha lamentado que la Junta "le esté dando tanta importancia a una placa y no se preocupe ni haga nada para dar solución a asuntos de gran relevancia para los gaditanos y gaditanas [sic], como son el nuevo hospital regional, la Ciudad de la Justicia, la planta de Airbus Puerto Real, el empleo en la Bahía gaditana o el estado del centro de salud del Mentidero, entre otros muchos". Lo curioso es que quien le ha dado a la placa tanta importancia como para quitarla sin respaldo legal ha sido el Ayuntamiento.

Como hay problemas más importantes, lo suyo habría sido no crear otro. Esta excusa de ahora recuerda mucho a la del niño que mete el dedo en el ojo al compañerito y luego llora porque se ha picado. El orden de los factores altera el producto.

Lo importante es la lección: lo cortés no quita lo valiente, como creía Mariano Rajoy, al que la gestión económica impedía, por lo visto, cualquier medida de calado ideológico. Se puede estar a la vez en los problemas más administrativos, económicos o asistenciales, y en los culturales. De hecho, no hay que olvidar que las ideas, como explicó Gramsci, terminan configurando la sociedad por encima de todo.

Uno se puede ocupar de la placa de un escritor sin despreocuparse por la gestión. Hemos de suponer que él, para quitarla, no dio la espalda a los problemas de los gaditanos ni a los de las gaditanas tampoco. ¿O acaso es que ellos son capaces del multitasking y los políticos de otro signo no?

De la importancia de Pemán ya hemos hablado mucho y, felizmente, seguiremos haciéndolo. No sé si la lápida la habrán quitado definitivamente o no; pero el silencio asimétrico ha caído.

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