De tacón

Hugo / Vaca

El destino o la falta de previsión

EL destino suele jugar malas pasadas y más aún en el mundo del futbol. Éste ha querido que el jugador que tuvo un destacado protagonismo en los dos últimos ascensos (el penalti del empate en el Juan Guedes de Las Palmas y el gol de la tranquilidad desde los 11 metros en Chapín), fuera el que cometiese el fallo que permitió a Sendoa lograr el empate del Hércules y, posteriormente, mandara fuera la posibilidad del Cádiz de seguir en la LFP. El portuense ha defendido los colores amarillos, creo que con mucha honestidad, más allá de los aciertos o errores propios de cualquier futbolista.

Cuando sale el rumor del posible traspaso de Paz al Legia de Varsovia, el club no se da por enterado, entre otras cosas, porque en el contrato que le une al jugador no está claro si queda en libertad en un hipotético descenso. Una vez consumado el mismo, el jugador piensa que puede negociar su contrato libremente y por parte del club todo lo contrario.

Lo grave de esta situación está en el momento emocional en el que Abraham Paz salió a jugar el trascendental partido ante el Hércules, donde el Cádiz se jugaba el ser o no ser en la categoría de plata. El portuense tuvo la desgracia de cometer un error garrafal en la jugada del empate de los alicantinos y firmó el posterior fallo en el lanzamiento del penalti.

¿Estaba Abraham Paz psicológicamente capacitado para afrontar una situación límite? No tengo la más mínima duda de su profesionalidad, pero creo que Antonio Muñoz debió informar al técnico de la situación para que éste obrara en consecuencia, y se responsabilizara de la conveniencia o no de su inclusión en el titular, para así evitar posteriores suspicacias.

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