El palillero

José Joaquín León

El derecho de un obispo

Yo no sé quien asesora a Bibiana para que diga eso, pero tiene castañas pilongas, que son muy propias de los Tosantos que hoy celebramos, fiesta por cierto de inspiración religiosa. Analicemos la frase: "Se legisla desde el Parlamento" es una evidencia. "No desde los púlpitos" también, sobre todo porque hoy en día los púlpitos están de adorno en las iglesias. Se utilizaban más cuando la misa en latín, pero eso nos llevaría a otra cuestión. No se le legisla desde los púlpitos, ni desde el estadio Carranza, ni desde el Gran Teatro Falla, ni desde las barras de los bares. Pero desde todos esos sitios y desde el altar mayor, que es donde se predica, se puede decir lo que se piensa. Eso es la libertad de expresión, y se aprende en primero de Democracia.

Por consiguiente, los ministros y ministras no deberían perder el tiempo en obviedades, con la ingente tarea que tienen por delante, ni mucho menos cuestionar a un obispo por decir lo que piensa, aunque te fastidie. Esa es otra de las lecciones de primero de Democracia: tolerar al que no piensa como tú; igual que todos debemos acatar las leyes vigentes aunque no te gusten, lo cual no significa que se renuncie a cambiarlas, igual que otros las cambian para adaptarlas a sus gustos y criterios.

La democracia también es para los obispos. Y además, cuando se critica algo, o incluso a alguien, no hay que interpretarlo desde un punto de vista personal. Eso ya lo hacía Franco, que cuando él o su régimen eran criticados lo atribuía a una conspiración judeo-masónica y marxista. Así que ahora, por criticar una ley, tampoco hace falta atribuirlo al acoso personal a la ministra que hacen los sectores más reaccionarios y la derecha cavernícola de este país. ¿O hay que decir sí a todo, como antes?

El aborto no es de derechas o de izquierdas. Conozco a socialistas, con nombres y apellidos, que no están a favor de la ampliación, aunque la mayoría de su partido la apoye, y eso no significa que no sean progresistas. A lo mejor es más progresista defender los derechos del más débil, que es el no nacido. Aunque lo diga un obispo como el de Cádiz, que no es precisamente de los más carcas de España, sino de los que predica con el ejemplo y sin subir al púlpito.

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