Las derechitas

La derecha y la izquierda fueron un día las dos Españas que nos iban a helar el corazón. Y lo hicieron, como es sabido

Las derechitas, o sea, la cobarde, la centrada y la valiente o montaraz, no han dicho nada a derechas sobre el batacazo electoral. Un animoso Feijóo se subía a un estrado el otro día en Galicia para decir que no todo está perdido y Casado no debe dimitir. Rivera, como ha crecido, está por no decir demasiado, y Abascal se lamenta del dogal de ultraderechas que le han colocado todos, el inri más que nada. Pese a haber subido exponencialmente.

Las derechas (siguiendo el método aceptado en general de que quien no es socialista ni comunista es de derechas), se preparan para un largo invierno en casi la misma tónica de división y la lágrima caída que con más votos han sacado menos escaños, salvo en el Senado, de donde casi los echan para cuatro años, habiendo tenido la mayoría absoluta para el 155 ayer por la tarde. ¿Mudables los ciudadanos? ¡Por supuesto! ¡Y que no cambien! Porque aquí nadie tiene el pescado vendido por muy bien que pongan el puesto. Y lo aceptarán o no pero la gente que te votaba no ha dejado de votarte porque le ha dado por ahí, no, cada voto tiene su razón propia y quien no sepa sacar lección, pues peor para él. O ella. Esto viene de lejos, las derechitas, digo. Y cuando se transmutan en la derecha, así en serio, pues es peor. Por la memoria que la derecha tiene dejado en España. Y la izquierda, por supuesto. Fueron un día las dos Españas que nos iban a helar el corazón. Y lo hicieron, como es sabido.

Así que hay de nuevo un eterno retorno, en el que nunca creí, por cierto: las derechas divididas, las izquierdas divididas. Y todas enfrentadas. Casi imposible un acuerdo sobre la felicidad. Casi impensable un acuerdo sobre la deuda pública, la austeridad, las ayudas posibles a los más necesitados de verdad, la educación, la cultura… Y la unidad de España. Que no se entiende que no la vean como una riqueza, un verdadero tesoro que los siglos han decantado.

Aquí se debió inventar la famosa teoría de la tortilla, por la observación del comportamiento histórico de los naturales. En Andalucía se está ahora en eso, en la tortilla. Y a España toda va a llegar en breve, como llegará en breve el acuerdo de Pedro Sánchez con Podemos y algunos otros que seguro te malicias. Es la tortilla, ahora media vuelta. Y el que venga atrás que arree. ¿Cómo lo harán? Sánchez es de hacer pero que no se note demasiado, mas no se sabe si esta vez tendrá éxito. Unidas Podemos cree que ha llegado su hora.

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