El triunfo de Pablo Casado en el último congreso de Partido Popular ha hecho circular el calificativo 'derecha' como descalificación y descrédito, como modo de empañar el éxito indudable del joven dirigente popular. La derecha vuelve, de nuevo la extrema derecha, habrá dos derechas, la marca blanca de Cs. y la otra, etcétera, no han parado de decirnos. Desde los púlpitos habituales, por el sistema de repetir y repetir, se cree que se ha asentado la idea de que la derecha es la mala y la izquierda lo bueno. Muchos han comprado la simplificación. ¿Explicaciones? Ninguna. ¿Defender la Constitución de 1978 es ser de derechas? ¿Defender la propiedad privada es de derechas? ¿Defender la libertad, la libertad individual, es de derechas? ¿Defender la unidad de la nación española es de derechas? La izquierda persigue la igualdad, ¿la derecha la desigualdad? ¿Tratar desigualmente a los desiguales es de izquierdas? El individualismo frente al colectivismo, la propiedad privada frente a la propiedad pública, progresismo frente a conservadurismo y aquello que resumió Lenin a la perfección: Libertad para qué… ¿es de izquierdas, es la izquierda? Como quiera que el centro -¿ni derecha, ni izquierda?- era el espacio preferido por los españoles para votar, la marcha al centro de muchos partidos, en su interior y en el exterior, ha hecho desdibujar el esquema primario y elemental que sirve a muchos para votar. Pablo Casado ha perfilado su dibujo con buenos trazos, un poco como ha hecho Pedro Sánchez con los suyos, hecho sobre todo de signos simbólicos, el más descollante de todos la exhumación del cadáver de Franco de su tumba en la basílica de Cuelgamuros. Y la penosa historia de las cunetas de la guerra civil. Triste cosa recurrir una vez más a aquel tiempo de odio entre compatriotas, de odio a muerte. No nos lo merecemos los españoles de hoy y deberíamos penalizar en las urnas a todos los que nos dividan y enfrenten para teóricos réditos electorales.

Pese al espantajo, tanto Rivera como Sánchez, o sea, lo que representan en su cogollo más íntimo, saben desde el minuto uno que ahora tienen enfrente a un candidato que no va a decrecer, por mucho que le pongan encima la tablilla con el INRI de la derecha rampante y temible. Seguro que los mensajes de Pablo Casado serán comprados por muchos millones de ciudadanos que quieren la unidad de España, la libertad individual, la propiedad privada y la defensa de la familia y de la vida. Si de resúmenes se trata, y de estereotipos, vale lo que vale, exactamente igual que los estereotipos de los otros.

¿La voladura de 1978 se ha cumplido?

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