EL ALAMBIQUE

Juan Clavero /

Nuestros dependientes

SI algo debe identificar a las sociedades democráticas avanzadas es la atención a los más necesitados y, en particular, a los dependientes. España ha presumido de ser una de las principales potencias económicas del mundo, hemos llegado a estar en el décimo puesto del ranking mundial. Ahora no tenemos dinero ni para pagar la educación, la sanidad o los servicios sociales. De alguien será la culpa de esta quiebra económica y social, digo yo.

En nuestra ciudad se suceden los conflictos por los impagos del Ayuntamiento a contratas de servicios que son básicos para el funcionamiento de una sociedad que se llame como tal. En particular me ha llamado la atención los retrasos en los pagos y los intentos de reducir los presupuestos en el servicio de ayuda a domicilio, a cargo de 68 mujeres que trabajan atendiendo a los ancianos y a los grandes dependientes. Ese trabajo que permite que a los que no tienen a nadie que los atiendan, les hagan de comer, les limpien su ropa y su casa y les aseen; un trabajo tan ingrato como desconocido y poco valorado. Puede haber problemas económicos, pero lo que nunca se puede hacer es recortar los escasos recursos que destinan Junta y Ayuntamiento a estas personas. De miserable habría que calificar los intentos de reducir el actual presupuesto de 13 euros/hora por persona atendida. Lo que cobran las trabajadoras es aún más escaso e indigno, unos 3 euros por hora trabajada. Ninguna llega a los 1.000 euros al mes, la mayoría ni a 500.

Las sociedades avanzadas, aquellas a las que queremos parecernos, dedican más del doble a gasto social que España. No es un gasto, es una inversión ética, socialmente y económicamente rentable y sostenible. Cuando en muchos sectores se recortaba trabajo, desde la ley de dependencia se ha quintuplicado el número de las trabajadoras de ayuda a domicilio, y más serían si se atendieran a todos los dependientes valorados y con las ayudas congeladas.

Si el Ayuntamiento tiene que ahorrar hay muchos otros gastos prescindibles antes que la ayuda a los dependientes. Se puede prescindir, por ejemplo, de los cargos de confianza, reducirle sueldo a altos cargos e, incluso, se puede prescindir del alumbrado en algunas fiestas. Si se le explica a la población, seguro que lo entienden y apoyan.

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