Curiosa la diferente actuación de dos socios de gobierno: el alcalde representó a toda la ciudad en la clausura del 150 aniversario de este periódico y el primer teniente de alcalde no quiso ir y presumió de la descortesía en las redes sociales. El alcalde está aprendiendo a desempeñar el cargo con lo que eso conlleva: ha interiorizado que como alcalde representa a toda la ciudad sin distinción. José María González es alcalde antes que militante de Podemos o que miembro de la corriente anticapitalista de esta organización. Ha comprendido que cuando se está en un cargo lo importante es resolver los problemas de los ciudadanos. Quizás se hubiera sentido más cómodo en la pancarta o hubiera sido más feliz con patochadas como las de Martín Vila, pero cumplió con sus obligaciones en el cargo, parte de las cuales son recibir al presidente del Gobierno de España y asistir al acto de clausura de la empresa más antigua de la ciudad. Es alcalde de los 130.000 gaditanos, ni siquiera de sus votantes, y no hablemos ya de los militantes de su partido. Martín Vila se erigió en representante de los 50 ó 100 afiliados de Ganar Cádiz en Común y declinó representar a todos los gaditanos, aparte de hacerle un feo a una empresa a la que requiere de manera habitual para que cuente sus batallitas. Quien celebraba no era Rajoy, era el Diario. ¿Piensa Martín Vila que todos y cada uno de los 300 que estuvimos en el Oratorio estamos de acuerdo con la política del Gobierno y del PP? ¿Cree el primer teniente de alcalde que el Diario de Cádiz está alineado con ese partido? Si es así, que no llame más a sus redactores a venderles su gestión.

El alcalde ha pasado de la pancarta a la representación institucional. Si uno se presenta a las elecciones lo hace para hablar en nombre de otros y en su caso lo hace en nombre de todos los gaditanos, le hayan votado o no. Cuando lleguen las próximas municipales la gente tendrá la oportunidad de renovar o retirar su confianza en José María González. Mientras tanto, nos representa a todos, independientemente de si le hemos votado o no, de si estamos de acuerdo con su política o no, de si nos gusta su actuación o no, de si nos cae más o menos simpático. Ya no es el sindicalista de USTEA que clamaba en manifestaciones. Ahora es una figura institucional con obligaciones para con los ciudadanos de Cádiz. González está aprendiendo el oficio y se nota mucho más cuando se comprueba el infantilismo de su primer teniente de alcalde.

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