SENSACIONES contradictorias. Los españoles han encauzado una dinámica saludable, pero en el deporte troncal de los Juegos nuestras bazas se agotan día a día. Crece el vacío. Paquillo se atascó, Marta Domínguez tropezó y ayer Josephine Onyia se unió a una lista de decepciones que ya preocupa.

Hoy nos jugamos dos bazas complicadas pero posibles. Sería una sorpresa muy agradable que Higuero, impulsado por su carácter combativo y su experiencia, se subiera al podio más querido por los españoles, el del milqui. Ramzi lo va a poner muy caro, tratará de llevar la carrera a los tres minutos y medio. La segunda posibilidad radica en la final de disco con Mario Pestano, tercera mejor marca del año.

Mirando a otras jornadas, a Jackson Quiñónez se le abre una puerta en los 110 metros vallas con las ausencias de Liu Xiang y de Trammel. Debe ser finalista, y sólo el cubano Dayron Robles y el estadounidense David Oliver son inasequibles para él. El bronce está difícil, pero posible. Y también quedaría esa moneda al aire que es la maratón.

Un país como España no se puede permitir acabar unos Juegos Olímpicos sin una triste medalla en atletismo. Por peso específico. Por decencia y orgullo. Por inversión.

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