LÍNEA DE FONDO

Willy Doña / Wdona@diariodecadiz.com

Por mi culpa, por mi gran culpa

Nano culpa a Jose González de que no haya triunfado de momento en el Cádiz, pero eso no se lo cree ni él

RECUERDO como si fuera ayer, y eso que la edad me está empezando a pasar factura en lo que se refiere a la memoria, a Nano bordando el fútbol en un partido televisado de una selección española de categorías inferiores. Me parece que se trataba de un Europeo sub'17, pero no me atrevo a poner la mano en el fuego. Aquel día tuve la certeza de que ese chaval espigado y con calidad para dar y regalar se convertiría en poco tiempo en figura estelar del mundo balompédico.

Con lo grande que es el planeta Tierra, quién iba a decirme que acabaría jugando en esta tierra diminuta que vibra con su equipo amarillo. Por eso, cuando se le fichó di un bote de alegría. Llegaba alguien dotado de talento en cantidades industriales, pendiente aún de destapar el frasco donde sigue escondiendo la mayor parte de esa mina de oro.

Su mala temporada 2006/2007 no bastó para que yo arrojara la toalla y a principios de la presente llegué a mojarme, más bien empaparme, al responder en una tertulia radiofónica de Canal Sur que en mi opinión el mejor fichaje no iba a ser ninguno de los recién firmados sino un nuevo Nano. Los demás tertulianos me miraron con extrañeza y hasta cierta desaprobación al ser muchos de ellos incluso partidarios de alcanzar un acuerdo con el jugador en cuestión para rescindir el contrato. Iba contracorriente, pero el corazón gana a veces su batalla a la razón para ubicarte en la parcela de la sinrazón.

Ahora parece que Nano va cogiéndole el gustillo a hacer cosas útiles vistiendo la camiseta del Cádiz, aunque ni por asomo ha sacado aún la cuarta parte del fútbol-arte que transporta en sus entrañas desde que nació.

Pero Nano se equivoca de la A a la Z cuando le cuelga a Jose González el cartelito de culpable de que él no haya triunfado, de momento, de amarillo. Si Nano no rindió como debía y la afición le cogió manía fue sólo por su propia culpa, por ser un pichafría.

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